Taylor Swift regresa con The Life of a Showgirl (2025). Tras el maratónico The Tortured Poets Departments: The Anthology (2024) de 31 canciones, este disco mas compacto de doce tracks y 41 minutos de duración marca un cambio de ritmo, con Taylor trabajando nuevamente junto a Max Martin, Shellback y ella misma en la producción.
El lanzamiento estuvo acompañado de una experiencia única: funciones en cines donde se pudo escuchar el álbum completo, ver el estreno del video musical de ‘The Fate of Ophelia’, un detrás de cámaras y explicaciones entre canciones. Esta presentación no solo reforzó la narrativa del disco, sino que también ofreció un vistazo íntimo al proceso creativo de Swift.
Con este álbum, Swift explora la dualidad entre la fama y la vulnerabilidad, retomando la imagen de la showgirl caótica, un concepto que recuerda a su época de ‘Reputation’. La portada y el artwork, aunque personalmente me hicieron bajar un poco las expectativas, reflejan la estética de un espectáculo moderno, con tintes teatrales y referencias sutiles a su carrera.
Producción y Narrativa
The Life of a Showgirl (2025) es un álbum de pop melódico que toma elementos de ‘1989′, ‘Lover’ y ‘Midnights’, aunque con un toque más ‘forzado’ en cuanto a letras y producción, lo que contribuye a su polarización: lo amas o lo odias. Canciones como ‘The Fate of Ophelia‘ son, para mí, la mejor muestra e introducción del disco: un cierre hermoso a ‘The Prophecy’, de su álbum anterior, con referencias sutiles a Travis (su pareja) y detalles en el video que enriquecen la narrativa.
‘Elizabeth Taylor‘ conecta con la era de ‘Reputation’, mostrando a la showgirl caótica con líneas ingeniosas como: ‘I’d cry my eyes violet‘, ilustrando la intensidad de sus emociones a través de la referencia a los icónicos ojos de la actriz.
Otros tracks, como ‘Wood‘, juegan con narrativas ingeniosas: el uso de símbolos de suerte y la ruptura del patrón ‘tocar madera’ ofrecen una historia interesante sobre superstición y manipulación de la suerte, con metáforas y dobles sentidos, aunque puedan sentirse desconectados del resto del álbum. Mientras tanto, ‘Actually Romantic‘ funciona como un sutil diss-track hacia Charli XCX, generando opiniones encontradas.

Letras y experimentación
Algunos tracks, como el quinto — que siempre suele generar expectativa por ser uno de los más personales y profundos de la cantante — ‘Eldest Daughter’, muestran un intento de incluir lenguaje más generacional —palabras como “bad bitch” o “savage”— que, aunque curiosas, se sienten forzadas y distraen de la conexión emocional que Taylor suele generar.
También destacan colaboraciones como ‘The Life of a Showgirl‘ con Sabrina Carpenter, cuyas armonías brillan, aunque la base musical recuerda a trabajos de otros artistas. La canción intenta cerrar el álbum como un telón final, pero no siempre logra destacarse por sí misma.
En general, algunas canciones funcionan como mini historias, mientras que otras parecen un repaso de sus eras pasadas o masters de canciones anteriores, reforzando la sensación de que el disco fue algo apresurado.
Un album que crece mientras lo escuchas
Aun así, el álbum se disfruta más con varias escuchas. Al principio puede sentirse desconectado, pero poco a poco uno logra apreciar los dobles sentidos, guiños y referencias internas.
No es la Taylor introspectiva y poética de Folklore (2020), Evermore (2020) o The Tortured Poets Departments (2024), pero sí muestra a una artista que disfruta, se divierte y experimenta con sonidos y narrativas, reflejando esta etapa de su vida: 35 años, éxito consolidado, momentos personales felices y el cierre de una gira monumental como The Eras Tour.

Este disco no es el mejor de Taylor, ni pretende serlo: es un álbum divertido, experimental y controversial. Refleja un momento de su vida más feliz, donde no necesariamente tiene ‘algo que decir’ de manera dramática, sino que disfruta el proceso de crear y presentarse al mundo. Para quienes esperamos profundidad lírica, puede sentirse flojo; pero si lo abordamos como un repaso de su carrera y un experimento pop, hay mucho que disfrutar.
The Life of a Showgirl (2025) es como Lover (2019): difícil de digerir al principio, pero con escuchas repetidas se encuentra la magia en las capas escondidas y referencias juguetonas que Swift siempre sabe incluir. No redefine su legado, pero reafirma que Taylor Swift sigue siendo una artista que se reinventa, juega con su narrativa y sabe monetizar cada paso de su carrera.
