La música folclórica latinoamericana le ha dado vida, color y sentido a los pensamientos más mundanos, banales y profundos de lxs creativxs de la región. Desde Chavela Vargas, Mercedes Sosa, Violeta Parra. Personalidades que marcan la intimidad con la vanidad más clave de cada cultura, pero con el toque intensificado de la emotividad.
Pero estos son apenas nombres clásicos. Imprescindibles en la conversación. ¿Qué hay del folclor contemporáneo? ¿Qué otros nombres además de los ya ubicados en México y Latinoamérica conocemos? Porque Silvana, Natalia, Gepe, Drexler ya son obligados igualmente. Y aunque recientes, las cosas han cambiado tanto en el globo que las narrativas deben ser distintas para su adaptación.
Hay un semillero de artistas folclóricos en el cono sur del continente. De acá se desprende Juana Aguirre: un ente más allá de la canción folclórica, más pesada que una simple cantautora, y más profunda que la poesía misma hecha canción.
El folclor argentino
El folclor musical argentino es un territorio vasto y vibrante donde la chacarera, la zamba o la tonada no solo narran la vida rural, sino que se han convertido en símbolos de identidad y resistencia cultural.
Desde las huellas de Atahualpa Yupanqui y Mercedes Sosa, que llevaron estos sonidos a un plano universal cargado de significado político y social, hasta los escenarios actuales, el género ha transitado un camino de constante reinvención.
Hoy, nombres como Soledad Pastorutti, Abel Pintos o Raly Barrionuevo mantienen vivo ese legado mientras lo cruzan con pop, rock y sensibilidad contemporánea, demostrando que el folclor argentino no es un museo sonoro, sino un lenguaje en movimiento que sigue marcando el pulso cultural del país.
Y al ser un territorio cultural tan vasto, se abren las puertas a la experimentación. No solo técnica a la hora de composición digital o análoga. También de narrativas, conceptuales y de misma esencia de lo que se quiere transmitir.
Soy valiente, soy tan frágil
La mente de Juana Aguirre puede funcionar de distintas maneras: desde la más desgarradora hasta el lado más ensoñador y de verbena humana. Y es lo que hace a un artista de folclor un artista de folclor, ¿no? La intensidad, pero también lo introvertido, lo directo, pero también lo críptico. Porque no hay nada más humano que la incertidumbre contrastada en la expresión.
La obra de Aguirre es una flor con espinas. Increíblemente hermosa, pero que al tocarla de forma brusca posiblemente te dañe, en sentido metafórico, obvio. Así que hay que tocarla suavemente, con delicadeza, y apreciar los pétalos de esta flor.
Y me gusta la metáfora de la flor, porque, así como todos los sentimientos, nacen, florecen, tienen su pico más alto de olor, dulzor y color, pero finalmente perecen, y los pétalos caen. Ya sea por el viento o manipulación externa. Hay veces que estos pétalos se secan sin desprenderse de la flor.
¿Se entiende lo que quiero decir?

Juana Aguirre, lo divino en la penumbra
En tan solo dos álbumes de estudio, Juana plantea dos universos igualmente poéticos como interpretativos y contemplativos. Su primer disco, Claroscuro (2021) representa el impulso creativo de la artista durante la pandemia. Un contexto quizá trillado pero que significó tanto para todxs. Desde este primer impulso, la incertidumbre, la añoranza, pero, sobre todo, el duelo, acompañan su obra.
Empezando con este disco, Aguirre fraguó su propia identidad sonora, ampliándola a algo sensorial y de múltiples interpretaciones, dependiendo el sentido con el que disfruten y te embarques en su aventura artística. ¿El género? Si bien podría ser folclor y nada más, Juana le da su toque personal al adecuar lo clásico y análogo con lo digital.
Folktrónica podría ser entonces. Varias personas han usado este término para definir el estilo musical que combina los elementos clásicos de esta cultura con las herramientas que hay hoy en día para el trabajo creativo. Y lo que hace Juana Aguirre es precisamente eso: crea paisajes sonoros multisensoriales donde la narrativa y la contemplación crean un ambiente de paz y caos.
Y es que su obra no se basa solo en la intensidad emocional. Se basa en algo más humano, pero que requiere de un poco más de consciencia: la confrontación.
Claro, oscuro y anónimo
El dolor, el duelo y la tristeza representan los sentires más agónicos del inconsciente. El fin de muchas cosas llega cuando menos lo esperamos. Sea una relación amorosa, de amistad, la vida de algún ser amado, o el simple fin de un ciclo. Y duele. Pesa. Y lo último que quiere uno es pensar y pensar en ello.
Pero a través de sus dos discos, Claroscuro (2021) y anónimo (2025), Juana Aguirre toma la pena por las espinas, las traga, deja que arañen su garganta y estómago… y lo disfruta. ¿Qué queda después de esto? Una flor. Una flor sin espinas.
El dolor es necesario, así como las risas. Sin claro no hay oscuros, y es probable que estos dolores tengan nombres. Pero siempre buscamos dejarlos anónimos. Juana les planta cara, y lleva en sus composiciones cánticos de folk, pop y electrónica que pecan de confrontativas.
Y pesa. Y duele. Y quema. Pero finalmente las espinas también forman parte de la flor. De alguna manera, tienen también su belleza.
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Juana Aguirre en México
Presentando su disco anónimo (2025), Juana Aguirre visitará México como parte de su primera gira por el país. Las fechas estarán listadas a continuación, con el link directo a la boletera de cada una:
- Ciudad de México: Octubre 14 en el Foro Indie Rocks! desde $660.
- Querétaro: Octubre 16 en la Cervecería Hércules. A la venta próximamente.
- Guadalajara: Octubre 17 en Cuerda Cultura desde $310.

