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La magia discreta de Ichiko Aoba en el Metropólitan

Ichiko Aoba en el Teatro Metropólitan Ichiko Aoba en el Teatro Metropólitan

El Teatro Metropólitan se llenó. Sold out, otra vez. Dos años después de su show en el Foro Indie Rocks!, Ichiko Aoba ahora triplicó su audiencia. Esta vez, el perfil era más claro: más fans de la cultura japonesa que del folk experimental. Se notaba en los pins, las photocards y los freebies que llenaban la Avenida Independencia.

El caos logístico del Metropólitan se hizo presente de inicio a fin. El acceso lento, las filas interminables y la mala coordinación del personal fueron el primer obstáculo. Sin embargo, ese fue el menor de los problemas.

Dos talentos igual de especiales

Me emocionaba la idea de todo lo que iba a pasar esa noche. No solo por ver a Ichiko Aoba en un recinto como el Teatro Metropólitan –con esa acústica que envuelve y esa atmósfera que invita a sumergirse en la música–, sino porque Mabe Fratti abriría el show. Dos artistas en un mismo espacio, cada una con su universo sonoro, pero ambas compartiendo esa capacidad para convertir lo íntimo en algo especial. Pero la realidad, como suele pasar, tenía sus propios planes.

Mabe Fratti lo hizo bien. Muy bien, de hecho. Su música, tan personal y a la vez tan expansiva, merecía un escenario como este. Pero cada vez que la puerta se abría y una linterna iluminaba el pasillo, era difícil no preguntarse por qué un lugar como el Metropólitan, que presume de ser un espacio para experiencias más inmersivas por su acústica y diseño, no puede resolver algo tan básico como el ingreso del público.

Ichiko Aoba en el Teatro Metropólitan: Onírica velada

Luego llegó Ichiko que, desde el primer acorde, quedó claro que no es la misma intérprete de hace dos años. Su voz, su guitarra, esos silencios que pesan más que las notas y la manera en la que logró conectar con el público fueron muy diferentes. También, canciones de su último material como ‘Aurora‘ o ‘Flag‘ sonaban más grandes, de una dimensión más profunda.

Los covers en español: ‘Bésame Mucho‘ y ‘Más o Menos Antes‘, este último de la Silvana Estrada, fueron un detalle que pocos esperaban, pero que fueron detalles espectaculares. Incluso su presencia en escena era distinta: más segura, más abierta, como si hubiera crecido junto con su música.

Pero otra vez, la organización fue el gran pero. Puertas que seguían abriéndose, gente moviéndose, luces donde no debían haberlas. Afortunadamente no fue mi caso, pero veía la frustración en la cara de los asistentes que se tenían que levantar una y otra vez por culpa de los rezagados. Ichiko construía un mundo sonoro perfecto, y el teatro parecía empeñado en sacarte de esa ilusión. ¿Tan difícil es para un teatro cerrar las puertas cuando inicia el acto principal?

Al final, el concierto fue especial, pero no por el recinto, sino a pesar de él. Ichiko Aoba y Mabe Fratti cumplieron –y mucho–. El Metropólitan, en cambio, demostró que tener buena acústica no basta. Hace falta entender que algunos artistas no solo necesitan un escenario, sino un espacio donde el público pueda perderse en la música, sin que nada ni nadie lo saque de ahí.

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