Sabemos que los domingos son días de bajón, de pensar demasiado y hacer muy poco, este día de la semana en particular suele tener esa melancolía inevitable de extrañar y de no querer comenzar la semana (de hecho hay una canción de The Strokes que lo explica).
Pero, el pasado domingo 12 de octubre se rompió ese molde y fue la excepción, con la 5º edición del festival Día de Campo en las instalaciones de La Reserva Educare con un lineup muy ameno y lleno de vida.
Lo que un día fue
Desde las primeras horas del día, el público comenzó a llegar con mantas y juegos de mesa. Realmente se lleva a cabo un formato de picnic dentro del festival y probablemente este concepto es una de las cosas que lo diferencian de otros: naturaleza, comunidad y una curaduría musical que trasciende géneros; creando una composición estética que celebra la simpleza y el gozo de estar presentes.
Además, el ambiente que se siente al asistir a Día de Campo es más cercano a una convivencia entre amigos que a un festival masivo. Esa atmósfera de pausa y conexión se mantuvo durante toda la jornada, creando el escenario ideal para disfrutar de una experiencia inmersiva que hacía el match perfecto con el brillo suave del atardecer.
Paloma Morphy fue la encargada de abrir el escenario con una presentación etérea y conmovedora, lo que marcó el inicio perfecto para un día donde la sensibilidad era protagonista. Entre aplausos tranquilos y una brisa que parecía acompasarse a su música, Morphy ofreció un set íntimo y contemplativo donde interpretó “SEB”, “lo que un día fue”, “yo creo que todxs estamos mal” temas de su más reciente álbum Au (2025).

Electrónica y folk
Más tarde, pablopablo tomó el escenario con una propuesta que combinó melancolía pop y experimentación. Fue uno de los momentos más cálidos del día, con una conexión palpable entre artista y audiencia. Un show donde la intimidad y los sentimientos latentes fueron partícipes del momento; el atardecer combinaba perfecto para escuchar “Vida Nueva”, “Eso Que Tú Llamas Amor”, “Siempre Te Quiero A Veces” en vivo.

La tarde alcanzó un punto de euforia con la llegada de Caribou, quien entregó un show hipnótico y energético acompañado de visuales envolventes que pintaban el escenario con destellos de color y formas en constante movimiento. Su setlist fue un recorrido emocional que combinó lo mejor de Honey (2024), Suddenly (2020), Our Love (2014) y Swim (2010), logrando un balance perfecto entre nostalgia y novedad.
Las transiciones entre electrónica, house y pasajes psicodélicos hicieron vibrar a todos los presentes; cada beat se sintió como una liberación, un instante donde el cuerpo y el entorno parecían fundirse en una misma frecuencia.

La fiesta dominical
El cierre corrió a cargo de Disclosure, que ofreció un viaje nostálgico con una puesta en escena luminosa y perfectamente sincronizada. Los visuales, cargados de tonos eléctricos y formas geométricas en movimiento, acompañaron un repertorio que llevó al público a recorrer una década de himnos: “Latch”, “Help Me Lose My Mind”, “You & Me” y “F For You” resonaron con fuerza entre luces y coros.
Su mezcla provocó uno de los momentos más intensos de la noche, transformando el campo en una pista de baile a cielo abierto donde la emoción se convirtió en energía pura.

Día de Campo 2025: salvando el domingo
Al final del día, cuando las luces se atenuaron y el eco de los últimos beats se desvanecía entre los árboles, quedó la sensación de que todo es mejor en domingo.
Entre amigos, música en vivo y unos cuantos Aperol Spritz, el tiempo pareció suspenderse, como si el campo hubiera encontrado su propio ritmo.
La naturalidad de un domingo en pausa se volvió el verdadero hilo conductor de esta quinta edición: un recordatorio de que, a veces, lo más “simple” como bailar, reír y compartir es lo que más nos conecta con la vida.
Más que un festival, Día de Campo funciona como un espacio donde la música y la serenidad se fusionan en un idioma común para recordarnos que un domingo puede ser un gran día.
Fotos por Edson Wong (@vvong_).

