Reyes por un día: la vuelta de Pierce the Veil a CDMX

Texto por Ariadna Escamilla (@vrnton).
Fotos por Andrea Gonar (@andreagonar).

Decir que este jueves 30 fue un día ajetreado para Ciudad de México es, en verdad, decir poco. Todxs teníamos una cita a la cual acudir (y el miedo de no llegar gracias al tráfico). Los venues más importantes abrían sus puertas a miles de fanáticxs de todo tipo. En el caso del Velódromo Olímpico Agustín Melgar, cierta colectividad inconfundible comenzó a hacer fila desde las primeras horas de la tarde. 

Los tatuajes, los delineados y la ropa negra a pesar del sol. En edades, de 25 para arriba que nunca abandonaron el soundtrack de prepa, pero también generaciones nuevas que se han encontrado en canciones al parecer intemporales. Se respiran emoción y expectativa, y es que después de siete años, Pierce the Veil vuelve a CDMX con el The Jaws of Life Tour, directo a los brazos bien abiertos de una fanaticada que, pese a los años, los retos y los cambios, no los ha abandonado, ni planea hacerlo.

Con puertas abiertas a las 19:00 hrs, la velada tardó poco en dar inicio a cargo de The Horror Between Us y All at Once, representantes de la escena mexicana que pueden presumir de haber servido como teloneros para gente como Escape the Fate y Frank Iero. Ambas agrupaciones calentaron motores con muestras de su repertorio así como canciones nuevas, encaminando lo que sería una noche llena de energía y emotividad.

Clamor de nostalgia 

Poco pasadas las 22:00 hrs las luces del recinto se apagaron y emergieron los gritos. La Carpa Velódromo parecía explotar cuando Vic Fuentes (voz), Jaime Preciado (bajo), Tony Perry (guitarra) y Loniel Robinson (bateria) saltaron a escena con ‘Death Of An Executioner’, parte del más reciente disco de la banda.

Desde el minuto uno en que el grupo de post-hardcore originario de San Diego, California pisó el escenario uno podía darse cuenta de la energía y la conexión especial entre espectador-intérprete. Fue en 2016 que Pierce the Veil presentó el tanto amado como odiado Misadventures (2016) en el Pabellón Oeste y le siguiera una pausa que provocó una evolución total.

Cambios en la alineación y el sonido mismo, todo rodeado del despertar nostálgico de los últimos años por lo emo y esa música que escuchábamos tiempo atrás. El regreso de los Pierce estaba perfectamente pavimentado para ser un reencuentro con ‘lo que fue’ y ‘lo que viene adelante’; un regreso dramático y nostálgico como ellos mismos.

Con un setlist pequeño pero conciso que revisitó los álbumes más viejos de la banda hasta lo más nuevo de The Jaws of Life (2023), Pierce the Veil le cumplió tanto a aquellxs que han estado desde el inicio como a lxs que apenas van descubriendo a la agrupación.

Cientos de gargantas retumbaron con ‘Caraphernelia’, un éxito que ayudó a cimentar la carrera de la banda; saltaron al ritmo de ‘Circles’, y dejaron el alma en ‘Stained Glass Eyes And Colorful Tears’ del Collide With The Sky (2012), el disco más añorado del grupo.

Mucho se ha peleado el hecho de que, ya por varios años, los Pierce han cambiado la versión original de ‘Bulletproof Love’ por una acústica, pero es imposible negar la delicadeza, frescura y profundidad que esta versión le añade a versos como ‘You should sing my name / Pretend that it’s a song / ‘Cause forever it’s yours’, sobre todo con Vic Fuentes entregándose frente al micrófono, como vaciando el corazón para dárselo todo a aquellxs que cantan junto a él.

Bulls In The Bronx’, ‘Disasterology’ y ‘A Match Into Water’ fueron de las más coreadas, y en ‘Hold On Till May’ fuimos testigos de otro momento especial cuando Fuentes invitó a subir a una fan al escenario para cantarle. Muchos aplausos, algunas lágrimas y envidia de la buena.

Como encore, ‘Dive In’ y el himno de muchxs de los presentes, ‘King for a Day’ fueron el cierre perfecto de una noche que a varios los dejó en llanto de alegría o con la sonrisa más grande de sus vidas. No resulta exagerado declarar que Ciudad de México se le entregó a Pierce the Veil, y estos respondieron de sobra. Muchas veces nos volvemos la música con la que crecimos; nos modela, nos construye, nos acompaña. Y Pierce The Veil es el ejemplo perfecto de ello.