Lo que nos hace humanos: Future Islands en GDL

Txt por Andrés Cassini (@andrescassini_).
Ph por Desireé Ramírez (@desyfree).

No hay final sin un inicio, ni inicio sin un final. Se sabe que para toda historia existe una narrativa, un punto de partida y un desenlace. Puntos clave que marcan las diferentes aristas en la línea del tiempo de cualquier marca temporal. En este caso, nuestra vida misma.

¿Por qué empiezo con este párrafo pretencioso medio filosófico? Porque si estás leyendo esto, al igual que yo, nos encanta tanto la música que se volvió parte fundamental de nuestro existir. Imposible subirse al camión, o cocina, o escribir este texto sin poner música. Y no se discrimina, o se trata.

El punto es que me di cuenta de ello hace unos días en el concierto de Future Islands en GDL; para muchxs, el mejor concierto que han traído nuestrxs amigxs de Nueva Ola. Increíble cómo el calendario tapatío comienza a llenarse de grandes nombres, y en menos de un año.

Future Islands tiene esa música que dirían, «para viajes de carretera», y sí, pero fácilmente adaptables a cualquier situaciones que implique un momento de plenitud.

Nos encantan las atmósferas

Es curioso ver cómo tanto Future Islands y Beach House son originarixs de Baltimore, Maryland. Porque ambos proyectos se basan completamente en la atmósfera. Sí, unos haciendo synth-pop y otros dream-pop, pero la ambientación está intacta.

Quizá la ciudad tenga algo, habría qué investigar el ecosistema musical de la zona, pero a lo que voy es que todo el Guanamor encerró -además del calor- una vibra especial. Muchx adultx contemporánex se veía en ambas secciones del foro.

Lxs más jóvenes justo enfrente de la platea; lxs más viejxs parados mirando fijamente hacia el escenario. También estábamos lxs amargadxs, del costado del escenario. Aunque me aburrí de la periferia al poco tiempo, y decidí escabullirme entre la gente.

Todxs perplejos, un par llorando, los grupos de amigos diciéndose «esta está verguísima». Hasta a gente explicándole a su acompañante por qué cierta canción les marcó tanto en su prepa. Perdón por lo chismoso, pero es inevitable a este punto.

Considero a Future Islands un ente cambiante, móvil e inquieto; de esos que si no se mueve colapsa. Se nota en cada baile eufórico y cada gota de sudor de Samuel T. Harring sobre el escenario. ¿No se cansa? No se ve que los zapatos sean muy cómodos para tanto fulgor bailarín.

Sin parpadear

Nadie quería perderse ni un detalle; cada canción era gritada en los primeros cuatro acordes y coreada de inicio a fin. Los de la parte central de la platea apenas y te dejaban ver de tanto brinco. Recuerdo mucho a cierta banda mexicana cuyo primer EP se llamaba «música para bailar mientras lloras», y no hay mejor prefijo para mencionar a Future Islands.

Sonidos envolventes y que hacen moverte pero con letras si bien no deprimentes, que invitan a la autorreflexión. Música autocrítica y que gestiona los sentimientos de una manera bestial. Es que te obliga, pero te abraza mientras lo hace. «Todo va a estar bien, pero disfruta el proceso».

Las dudas seguían conforme avanzaba el concierto: Para quienes llevan un duelo, para quienes quieren superar o para quienes nos preguntábamos si alcanzábamos el Macro de Periférico. Pero la duda es lo que nos hace humanos, y no queremos perdernos ningún detalle de este concierto llamado vida donde queremos conocer y saber todo lo que nos rodea.

Future Islands ha musicalizado estas emociones, de ahogo, de duda, de desesperación, de pérdida y de amor. El Guanamor retumbó por una cálida vibra del cuarteto de Baltimore y las miles de personas allí congregadas. Hacía tiempo que no veía tal entrega mutua.

Inversiones, y no solo de dinero

Quizá por mi edad no entre en el corte generacional al que la banda va dirigida, pero desde fuera se aprecian un poco mejor las cosas, ¿no? Como sea que sea, Future Islands dio uno de los mejores conciertos que hayamos tenido en la ciudad en el año. Varas altísimas impuestas por nada más que cuatro hombres y sus instrumentos.

Sin tanta parafernalia. De hecho ninguna. Un par de luces de colores y sonidos hipnóticos. No hay más. Future Islands hizo todo con nada. Y hacer eso hoy en día luego de que parece que ya vimos todo o que nada nos sorprende, habla demasiado de una puesta en escena increíble y una vibra que va más allá de lo que vemos de la valla del pit hacia atrás.

No hay manera de habernos ido del concierto sin pensar explícitamente en algo que trajéramos en mente, y para mí, esto es lo que vale la pena de ir a un concierto. No es ir a subir la storie y figurar. Está bien si quieres, es tu dinero. Pero creo que lo verdaderamente exquisito es lo que te llevas después, como con cualquier producto audiovisual o de entreteniemiento.

Acuérdate que es tu dinero, nadie te lo paga. Por eso hay que hacer valer cada pesito que gastamos, y que valga la pena. Future Islands hizo que valiera la pena no solo el dinero invertido, si no también la espera, el frío de la noche, además de la larga espera pandémica para poderlos ver tocar el As Long As You Are (2020) en GDL.

Conciertos irrepetibles por lo que significa la banda, por lo que significa cada canción en cada persona y por lo que significa el acontecimiento en la Perla Tapatía. Increíble ejecución, increíble sentimiento e increíble manera de recordarnos lo frágiles que podemos llegar a ser al sentir algo. Esto es lo que nos hace humanos.