Entrevista a Óscar Adame, libertinaje sonoro para la persona digital
La experimentación sonora es algo que se da muy bien a Óscar Adame, periodista musical que el año pasado incursionó en la música con su primer EP, Para El Conejo de los Ojos Coloridos (2022), donde su inocencia juvenil cantaba a través de sus poros.
Recientemente, ya en 2023, estrenó el que sería su segundo EP, Ruidos de mi Gemelo Desaparecido (2023), con una temática más oscura, pero igualmente humana:
«Todo empezó con una idea de una canción que había hecho para la universidad; tenía una clase que se llamaba Experimentación Sonora, donde el trabajo final era materializar un proceso musical sin los procesos convencionales, sino en algo un poco más ‘al aire’, sin reglas».
Libertinaje sonoro
Toda esta idea de hacer sonidos raros surgió durante su universidad: «Alguien me había comentado que existía un sistema de audio en el que metías cualquier tipo de archivo y te daba una canción».
Y si de por sí su ímpetu por la experimentación no era suficiente, uno de sus más grandes inspiraciones adoptó una práctica experimental similar, Aphex Twin: «Había leído que él había hecho algo similar; que sacó una canción que, al pasarla a imagen, se veían fotogramas que formaron su cara. Quise hacer algo así, pero diferente; que los archivos de imagen sean los que dan los sonidos».
Y como todxs en esa época de la vida, los sentimientos salían hasta por los poros: «En la universidad era muy intenso, tenía emociones muy potentes alrededor de todos, entonces utilicé fotografías para crear estas canciones, algo así como música de stalker, y qué mejor que utilizar las fotos que ves cuando stalkeas a alguien».
Persona digital
«Tú eres alguien más en las redes sociales». Uno de los discursos más trillados desde hace años es el de que no somos quien mostramos en nuestras redes, sino, una representación, o bien, una performance: «Estamos llegando a un punto histórico donde todxs somos performers», dice Óscar.
Y es que esta comunicación digital quizá está haciendo que perdamos nuestra sensibilidad real, formándonos como personas digitales, nómadas autómatas binarios que nos limita en la percepción del mundo, y hasta de nosotrxs mismxs: «Este segundo EP va del miedo de no saber ni querer soltar el yo de las redes sociales».
«Todas las personas tomamos un papel en todas las interacciones sociales, interacciones que nacen de otros estímulos sociales, y al ser así, todo es performance«.
Y Óscar Adame, como quizá la mayoría de quienes leemos esto, hemos pensado en la pérdida de esa sensibilidad: «Pensé que estaba perdiendo esa esencia humana».
Por eso entonces fue que Óscar sacó a su «gemelo desaparecido», que son sus acciones digitales, al mundo tangible, el de la música, y nos presenta su segundo EP, Ruidos de mi Gemelo Desaparecido (2023), con sentimientos más reales que lo que vemos a través de la pantalla: «Creo que la música más bella es la que tiene descripciones como emotiva e inocente. Quería un proyecto que me dijera quién yo era».
Violenta realidad… digital
A comparación de su primer EP, donde la inocencia por el amor era el plato fuerte, en Ruidos de mi Gemelo Desaparecido (2023), Óscar opta por una crudeza más violenta, pero sí, más madura: «Es un EP más violento y más adulto en muchos sentidos, me permití ser muy frágil, pero creo que aún es una fragilidad más concisa».
Esta crudeza digital se ve desde los artworks visuales del trabajo: «La portada muestra a un ente que abruma la presencia. El EP va de sentirse abrumado por todo lo que se ve en la internet».
Y por más que unx quiera desprenderse de este mundo, a este punto ya es prácticamente imposible no ser partícipe de esta droga generacional, como dice Óscar: «No puedes pasar la abrumación porque las redes sociales son como una droga, la droga que le tocó vivir a esta generación».
Pero la cotidianidad y el amor por lo propio de una ciudad y su gente es algo presente en el trabajo de Óscar, porque aunque el gemelo ataque con premura y violencia, el yo es quien manda: «Me gustaría encontrar la belleza de lo citadino, quizá sean estímulos actuados, es algo vivencial, es algo que sientes y te llevas contigo durante todo el día, tal vez toda la vida».