Así vivimos Corona Capital 2022
Texto por Andrés Cassini (@andrescassini_)
Fotos por Saúl Martínez (@bnsaul)
Mucho hemos hablado en todos los canales de comunicación sobre la saturación de eventos que tenemos hoy en día en el país. Tantísimos que hasta a nosotros como medio de comunicación se nos va completamente de las manos anunciar uno porque ya tenemos el anuncio de otro y la cobertura de otro.
El problema de esta saturación, además del económico, es que muchos eventos quedan relegados por no ser lo suficientemente «relevantes» o propositivos. Y comparto la opinión. Porque entre tanto, hay que hacer lo posible por destacar de una u otra manera.
Porque es un negocio redondo a fin de cuentas, ¿no? Por eso la edición número doce de Corona Capital mostró tanta demanda desde antes de su cartel. No sé si estrategia interna, pero lo que sí es que sobrepasó con creses a todos los carteles que hayamos visto en el país en un largo tiempo.
No es cuestión de gustos, es cuestión de imparcialidad. Porque pueden o no gustarte los Yeah Yeah Yeahs, o Lil Nas X, sin embargo, un cartel tan completo como el de esta edición pesa demasiado, y será difícil de superar.
Por eso quería ir al Corona Capital y vivir en carne propia la monstruosidad de cartel. Así que primero contaré un resumen de los tres primeros días y finalmente algunas reflexiones posteriores al festival, porque hay mucho qué decir.
Viernes 18, la nostalgia nos sienta bien
Desde el primer día, la jungla urbana que es la CDMX recibió a demás provincianos como extranjeros, que he de decir que en esta edición del festival vi un número increíble de gente de otros países, lo que nos dice que este cartel pesó hasta fuera de México.
La ansiedad por una lluvia nos mantenía con la cabeza hacia el cielo, pero eso no calmó la ansiedad misma por disfrutar de un cartel basto en todo lo que te imaginaras. Mi día comenzó con Hope Tala en el Bosque. Hace poquito te la recomendamos, y vaya que hace magia en vivo. Presencia y solvencia sobre un R&B exquisito.
Pasando a ver a Wallows, me di cuenta que este día en específico sería testigo de muchos debuts en el país. Uno de ellos fue el de la banda liderada por el actor Dylan Minnette -que seguramente viste en 13 Reasons Why-. El trío se mostraba con atuendos ‘aesthetic‘ acordes a la temática sonora del proyecto, terminando con la espera de años que teníamos los fans por verlos.
Show enérgico, como los que te hacen brincar, sentir un nudito en la garganta y replantearte cosas. Porque van dirigidos a jóvenes cuya visión a veces se ve opacada entre la razón y la emoción. Una época increíble e irrepetible en la vida, pero llena de incertidumbre y miedo. Así es la música de Wallows.
Otro que pudo haber sido un debut -pues fue frustrado por un headline show en House of Vans cuya galería puedes ver acá– fue el de los Viagra Boys. Distorsión y un ligero mosh. La banda tocó canciones del disco que venían promocionando, Cave World (2022), así como el de discos anteriores donde pusieron sobre la mesa su propositivo punk.
La euforia se convirtió en polvo de estrellas, y con ello, llegaron los Cigarettes After Sex con un show cósmico y minimalista. No salieron ellos en blanco y negro, pero sus reflejos en las pantallas laterales del escenario sí lo era. Porque la música nos es sensible, y los CAS lo saben bien.
«Come out and hug me». A través de un dream-pop, la banda proclamó un grito de amor y tristeza ante el público mexicano, pero nostalgia ante todo. Un grito a veces de dolor, otras veces de proclamación cariñoso. Pero es lo que nos hace humanos después de todo.
El viernes fue el día de las mujeres liderando el festival; Marina se postraba por primera vez sobre un escenario mexicano, y un increíble baile con cánticos hicieron de su debut una grata sorpresa en el primer día. Los sonidos más llamativos del pop, el electro-pop y el disco contemporáneo salían de las bocinas del enorme escenario Vans, ad hoc a la cantautora galesa.
Siguiendo con las mujeres, era turno de Mitski, la japonesa-americana que ha estado en todos los tops anuales de álbumes y en el consciente colectivo de quienes nos gusta la música triste y melancólica. La chica salió con un kimono azul, y dando una performance sobre el escenario, su única herramienta para su discurso físico-sonoro fue su cuerpo y su voz.
¿El discurso? Liberación, desenfreno y ambición. Así es Mitski, y así se mostró, dando golpes al aire, moviendo sus brazos haciendo oleos en el cielo, sintiendo cada letra que salía de su boca y cada nota que tocaba su live band. Una interpretación pulcra y llena de detalles que te hacían no querer parpadear.
Si hay alguien que se consagró en los últimos años, y que ha sabido ganarse su lugar en el corazón de cada mexicano, es Cuco. No es tanto por sea paisano, sino porque sabe ejemplificar nuestros sentimientos más amorosos y a veces los más destructivos en canciones accesibles para todo tipo de oído.
Así fue como llegó a cerrar el escenario más pequeño del festival, con una presencia que impone, pero que no infunde el peso que tiene como artista internacional que es, pues su cariño, soltura y la química que tiene con su público hacen que nos sintamos parte de él, parte de su música; sin ninguna pretensión. Amor real.
Y porque la fiesta no puede faltar ya para ir cerrando el primer día, Charli XCX saldó su deuda pendiente del pandémico marzo del 2020. Ahora con una consolidación más profesionalidad, y una performance completamente en solitario, la inglesa dio un set corto -o sea, no fue el show completo-, pero que dejó satisfecho a todos los presentes.
Si bien los temas del CRASH (2022) fueron incluidos, las canciones protagonistas fueron las que elevaron a Charli a potencia del pop al mainstream. Un grito diciéndonos «volví, y ya estoy aquí». Provocativa, como ya es costumbre, y con ganas de seguir la fiesta.
Alcancé a distinguir vestigios de sus inicios en el rave y la electrónica, y comprendí a pleno oído su valor como una revolucionaria del pop contemporáneo -de hecho hay una #IntraCassini que explica su importancia en el hyperpop-. Esperamos pronto verla en solitario, porque desde 2014 no regresaba a México.
Y para hacerle frente al subtítulo de este apartado, la nostalgia llegó con la congregación de más de 90,000 cadetes vestidos de negro, blanco y rojo. La oleada emo, entre grandes y chicos, fueron partícipes del desfile negro que regresaba a México en más de once años: My Chemical Romance estaba de vuelta.
El show no mostró nada diferente ni propositivo a lo visto hace años previo a su hiatus, pero aun así quienes nunca los habíamos visto y crecimos con sus canciones, disfrutamos volver a cantar canciones que estarán grabadas en nuestra cabeza hasta que muramos.
Me atrevo a decir que aquí se dio la congregación más grande de fans en los tres días de festival. Una odisea completa que hizo resurgir pensamientos pasados y memorias que ya no están, pero como lo dije en la cobertura de Beach House hace poquito, somos recuerdos y vivimos por ellos. Recuerdos de infancia, adolescencia o adultez. Música atemporal que, aunque nada propositiva, revive sentimientos desde las entrañas.
Sábado 19, euforia británica
Para el segundo día, ya hacía más miedo por la lluvia por los nubarrones negros en el cielo, llegamos sin ver las parafernalias emo del día anterior. Ahora veíamos los blazers largos, gente con sacos y peinados tupidos, además de ropa «informal» que parece más forzada que natural.
El line up del sábado parecería por sí solo el cartel perfecto de un festival de este concepto en cualquier lado; Yeah Yeah Yeahs, Arctic Monkeys, Liam Gallagher y prácticamente todos los artistas extranjeros que el público del Corona Capital ha pedido durante años.
Una vez adentrado en el día con más aforo del festival, black midi recibió al nublado día con tres bolitas de mosh en el escenario Vans. Era la primera vez que el trío experimental tocaba en México, y aunque fue un show corto, sentó las bases de su propuesta experimental
Esperada por muchos, beabadoobee salió desde TikTok a los oídos y corazones de muchísimos jóvenes que conectan de manera increíble con la audiencia. Justo esto mismo pasó en su presentación en el escenario más chico del festival, donde conectó con todos los asistentes. Un escenario que efectivamente le quedó pequeño.
La lluvia no paró el frenetismo de los Foals, quienes regresaron a México luego de casi cuatro años de ausencia, aunque igual en formato festival. Aunque el set, quizá por el formato, resultó algo aburrido y sin mucha presencia, supieron ocupar su puesto como headliners en un escenario principal.
Desde guitarrazos crudos hasta synths coloridos que recordaban a las primeras instancias de la banda y el camino más sintético que buscan abordar con Life Is Yours (2022) y el futuro del ahora trío.
Aquí empezaban los empalmes, pues al contar con una cantidad excesiva diría yo de headliners el mismo día, esto ocurriría de una u otra manera. Pasó entonces juntando a Bright Eyes, The Kooks y Bob Moses. Mi decisión fue al dúo de electrónica, quienes repasaron gran parte de su discografía en la carpa de electrónica. Un despliegue de luces los acompañaron en los 50 minutos de show.
Aunque me salí antes, pues quería alcanzar un ratito de Bright Eyes, pero nada sorprendente. Conor Obrest tirándole a otras bandas -Arctic, Miley y demás del festival-, para después decir que le gusta tocar en México pero que se siente rarito porque de aquí es su ex esposa. Uno de esos actos que fácilmente podrían no estar y no pasaría nada.
Ya adentrada la noche, los Yeah Yeah Yeahs regresaron a la CDMX luego de nueve años en formato festival, y doce en solitario. Para muchos, el mejor set del día. Karen O cargó completamente con el peso de la banda, sin alegar. Lo digo de una vez: La frontwoman por excelencia actualmente.
Luego del fatídico anuncio del show pospuesto de YYYs en GDL por neumonía, Nick Zinner se veía «sorpresivamente» curado luego de dos días de distancia. Algo no cuadra, pero me da alegría ver al músico bien de salud. Porque una neumonía no es cualquier cosa, pero aun así se postró y dio todo junto a su banda. Se agradece el riesgo.
Cuando sonó ‘Maps‘, desde los que estaban en primeras filas y los que estábamos detrás, gritamos de emoción y felicidad. No es un regreso cualquiera, hablamos de una de las bandas más importantes del rock y garage de las últimas décadas.
Lo mismo que dije: Por la cantidad de headliners, fue complicado escoger, ahora, entre Paramore y Liam Gallagher. Así que me dividí en dos para ver ambos actos:
Para Paramore no hay mucho que decir más que qué increíble show. Levantaron muchísimo la energía, el último empujoncito del día. Cerrando escenario, el trío liderado por Hayley presentó un perfecto set para festival, tocando casi todos sus temas más populares, sin dejar momentos de descanso.
Y para los fans de la banda, mejor aún, porque aún van a regresar -intuyo- para el próximo año para la presentación en forma de su próximo disco.
Sobre Liam Gallagher: Personalmente no soy fan para nada de Oasis, ni de él ni de su hermano. Pero sé reconocer cuando hay un buen show, y acá lo hubo, al menos lo que vi. Desde hace años veo gente en redes pidiendo por el menor de los hermanos Gallagher. Y por fin se les hizo.
Un set nostálgico, y melancólico. Tanto canciones de su propiedad hasta de Oasis sonaron, que fueron las que prendieron más al público. Obviamente ‘Wonderwall‘. La presencia de Liam sobre el escenario fue brutal, y sin emplear movimientos bruscos o fuera de sí.
El show dejó en claro que el legado del britpop se mantiene intacto, y cada vez más prospera en la consciencia de quienes escuchan el género y hasta de quienes no.
La mente creativa a cargo de la conceptualización sonora de The xx, Jamie xx, se encargó de cerrar el escenario techado donde la electrónica encuentra su nicho. Entre luces, y una puesta en escena que podría calificar en minimalista -aunque típico en él-, el inglés congregó un número increíble de personas a pesar de tocar al mismo tiempo que el headliner del día.
Azul, rojo y rosa. Colores que se reflejaron en el bass y house del compositor y llegaron hacia nuestros ojos y nuestros oídos. Porque Jamie sabe cómo crear ambientes sonoros a través de lo visual, y viceversa. Un genio completamente.
Yo creo que los Arctic Monkeys fueron la banda más esperada del festival. Que si bien tuvimos a My Chemical Romance un día antes, y regresos esperadísimos durante años ese mismo sábado, lo de Turner y compañía se perfilaba como el show del festival.
Pero, aunque los fans lo disfrutaron de principio a fin, hubiese sido lo mismo poner un disco de la banda y reproducirlo. Nada de carisma, nada de empatía, nada de interacción. Solo cuatro músicos tocando sus instrumentos sin nada de entusiasmo. Esto, a estas alturas de un festival de tres días, es una grosería para quienes llevaban parados y aplastados horas frente al escenario.
Aunque sí, sonaron muchas canciones de The Car (2022), así como de sus anteriores épocas. Por lo que la división de personas a las que les gusta su nueva o su vieja etapa no se vio tanto, pues cada facción tuvo su momento de disfrutar.
Domingo 20, pop punk
Ya para el tercer día, la gente se veía un poco menos eufórica que los dos primeros. Me incluyo, porque, aunque uno duerma a gusto y se eche un café en la mañana, el cansancio se nota. Afortunadamente el lunes fue festivo y hubo más chance de respirar.
Desde la entrada se veía; eran las 15:00 y no había tanto movimiento como el día anterior y el previo. Así también, había quienes estaban revendiendo sus entradas a precios estúpidos. Un amigo me contó que compró uno en $500. ¡Los estaban regalando!
¿Esto a qué se debe? Bueno, a que quizá o ya estaban cansados o no les gustaban los artistas del domingo y pues en el abono venían los tres boletos.
Pero, ¿realmente era cuestión o gustos o un mal acomodo? Yo creo que lo segundo. Porque oye, nada contra los headliners del tercer día, pero nomás checa los del sábado: Arctic, Liam, YYYs, Paramore, Jamie xx. Mientras que el domingo: Miley, IDLES, Phoebe, Lil Nas X. Artistas que sí, son enormes, pero en México no tienen el peso que tienen los primeros, y estamos de acuerdo con ello.
A lo que quiero llegar es que el cartel por días se sintió desbalanceado desde su anuncio. Hasta vi el meme ese de la niña ahogándose, obvio ella era el domingo. Desconozco yo temas de logística o cómo se cure el cartel de un festival, pero oye, que poner a, no sé, un Paramore o Liam el domingo no hubiera sentado mal.
Y aún con el cansancio, mental y físico, hubo quienes estuvimos desde temprano. Y qué joyitas. The Linda Lindas me recibió al último día de actividades. Un conjunto de cuatro niñas, literal: De 12, 14, 15 y 18 años respectivamente, con ascendencia china y latina. Increíble ejecución, increíble proyección e increíble visión del punk.
El fotógrafo, Saúl, estuvo con ellas en backstage minutos antes de su show, y me contó que habló con el papá de dos de ellas, quien también les toma las fotos. Y le pareció curioso cómo las niñas estaban jugando con un pato de peluche y poco después haciendo brincar y motivar a cientos de personas.
Después tomé un descanso, pero a las 18:00 me dirigí a ver a Men I Trust. La chica estaría originalmente en GDL en abril del 2020, en el Echoes, pero ya sabemos qué pasó. Sin embargo, seguía aún con la curiosidad de verla en vivo, y justo fue como imaginé.
Las atmósferas fueron hermosas; una psicodelia tranquila y suave que entra finamente en nuestro cerebro como serotonina y calma nuestras ansias por cualquier cosa que tengamos en la cabeza. Fue un completo acierto meterla a ella el último día, como relajante cerebral.
Los esqueletos emergieron. Phoebe Bridgers haría su primera aparición en el país, y se notaba desde que ibas llegando. El delineado, las sombras rojas en los ojos y los disfraces de esqueletos delataban a quiénes venir a ver específicamente a ella. Traté de agarrar buen lugar, y lo logré, justo en medio de la A y la N del escenario Vans.
No quiero ni contar esto como un show o concierto. Desde el inicio, fue Phoebe arropándonos del frío y contándonos varios cuentos. En los visuales, cada canción del Punisher (2020) era acompañada de un libro que se abría y mostrada una figura, generalmente un paisaje, creando una experiencia tangible para sus letras melancólicas.
Phoebe es una de las encargadas de hacer llorar y poner chipil a miles de personas. Ante ella, las luces del escenario le pegaban directamente a quienes lloraban desconsoladamente o también para quienes lo hacían más discreto por la pena. Pero durante esta sesión de cuenta cuentos, todos estábamos seguros. El mismo manto estelar de Phoebe nos cubría a todos y nos llevaba a una realidad donde todo lo que nos atormenta no puede hacernos daño. Increíble debut de la americana.
Pero bueno, faltaba uno de los actos más esperados para los que nos gusta el ruido. IDLES regresaba a México luego de sus brutales shows en el House of Vans y el Pabellón Oeste en marzo. Y las ganas por verlos de nuevo obviamente seguían. Para haber llegad 10 minutos antes del inicio, conseguí buen lugar, pero desde aquí ya veía un ambiente tenso.
En cuanto las primeras notas de ‘Colossus’ dieron inicio a la jornada de mosh pits y gritos al aire, hubo quienes mostraron incómodos. Después entendí el porqué: Miley tocaba justo después de ellos. Grave error acomodar a IDLES antes de Miley Cyrus, porque no hay que ser genios para saber que no son el mismo público.
Entiendo que son cuestiones de logística, pero llegué a ver tres peleas a golpes porque los del mosh de IDLES empujaban, obviamente sin afán grosero, a padres que acompañaban a sus hijas para ver a Miley o novios junto a sus novias. Las groserías y estereotipos mutuos no faltaron, y pues la banda notó este escenario, hasta burlándose de ello diciendo que “México era el mejor público que tenían en todo el mundo” con las primeras filas prácticamente inmóviles.
Eso no limitó al slam y los empujones de weyes sudados sin camisa. Extrañaba esto en un festival, y más viniendo de una bandota como lo es IDLES. Crudo, visceral, brutal y enérgico. La unidad se siente bonito; hubo quienes en medio del mosh se paraban a abrochar sus agujetas y algunos a su alrededor lo protegían mientras lo hacía. Hermandad para seguir gritando y desviviéndose por el punk.
Las trompetas dieron pie del primer avistamiento de Lil Nas X, porque no es para nada de este planeta. Alcancé a leer quienes hablaban que la invitación del rapero fue únicamente para la hipersexualización que ha tenido su personaje en los últimos meses, y aunque lo consideré, no creo que sea así. Porque sabemos que Corona Capital poco o nada se preocupa por su apartado hip hop, directamente no es su tirada pues, y está bien.
A lo que voy, es que hay que aprovechar todo tipo de acto de este tipo, y más si es alguno como este, donde la creatividad desborda. Porque podrá o no gustarte el Lil Nas, pero lo que trae consigo es una producción increíble y un show exorbitante. Desde bailarines, visuales muy muy llamativos y movimientos de cuerpo hipnótico.
Ha sabido, en su corta carrera, hacerse notar entre el resto de raperos de su generación. Quizá por su propuesta más visual y conceptual dirigida a un público más mainstream que al nicho del hip hop, por eso las críticas que recibe, pero lo que es, es: Lil Nas X es un excelente showman que vive por y para su música.
El fin se acerca, y se agradece luego de tres días entre parados y caminando de un lado a otro. Porque sí, muy divertido sinceramente, pero poco a poco se deteriora uno. Pero falta un último empujoncito: The 1975.
Había leído sobre lo bueno de su nuevo show en vivo, cargado de narrativa teatral y conceptual, pero no se dio en este Corona Capital, pues al ser un show de festival, supongo que era más difícil concretar el set completo con toda la escenografía. El lado bueno es que regresan en marzo como dijo Matty.
La ocasión, luego de más de 24 horas acumuladas de música, se prestó para un baile lento y unos pocos brincos. The 1975 siempre se han mostrado encantados de tocar aquí, y siempre tienen un recibimiento buenísimo. Apuesta segura para los curadores de los festivales que la gente recibe con cariño. Así que ganamos todos.
Aplastadas, pero nunca derrotadas. Miley Cyrus cerró el festival con un show que muchos consideran “decepcionante”. Y la verdad es que no puedo emitir juicios, porque ni siquiera la vi completa. Lo que sí es que se acortó muchísimo de su show. Primero se anunció que tocaría hora y media; el mismo domingo, los horarios ya le marcaban hora y quince, para al mero momento bajarse del escenario casi media hora antes de la hora pactada.
Afortunadamente los fans de la cantante se fueron conformes, al menos lo que vi en redes. Quizá es de esos espectáculos que solo disfrutas si eres fan pero fan del artista, y está bueno. Sin embargo, es un festival, y las cosas funcionan de otra manera.
Lo que nos dejó el Corona Capital
Hay mucho qué pensar y hablar acerca de este festival. Fácilmente podemos decir que ha sido el cartel más importante que hemos tenido en algún evento de este estilo en mucho tiempo en el país. De eso no cabe duda. Qué impresionante número de headliners y la calidad de cada uno. Poco a poco la curandería va saliendo de los nombres ya seguros en México.
Lo que sí es que la estrategia previa al festival, si bien fue muy buena dado que todo el mundo habló de ello, hay que admitir que infló demasiado el valor del festival. No hablo solo de dinero, si no inflación en sí, tampoco es vender humo, porque es un cartelote, pero entiendes para dónde voy.
Qué irreal y faltota de respeto conseguir boletos en reventa de más de $10,000. Todo fue por hype y alienación, porque ya el mero día te los vendían hasta en $1000 por día. Estamos en una generación que no puede vivir con el FOMO de perderse del acontecimiento del que todos están hablando en Twitter, y no hay algo que podamos cambiar de ello.
Estamos tan acostumbrados ya al discurso en redes que no podemos no ser parte de él, y menos quienes nos dedicamos a esto. Tenemos que hacerlo sí o sí. Y es cansado; no me quiero ni imaginar a fans empedernidos de los My Chemical Romance o los Arctic que se quedaron con el dinero en mano sin poder comprar los boletos para el festival por las formas raras de venta -enseguida vamos a ello-.
Vi a muchas personas paradas, calladas, solo bailando con sus mejores outfits. Y no voy a decir que “ay no, qué possers, solo fueron a figurar”, porque sabemos que muchos lo hicieron de esa manera. Pero si tienen el dinero, y las ganas de ir, qué bien por ellos y qué bien que se divirtieron. Solo que esta situación te habla de lo sesgados que estamos como población de consumo ante este tipo de productos culturales.
Hablando del tema de la reventa, pues fue un tema complicado. Primero pues porque ya van varios años que es la misma situación con Ticketmaster. Casualmente entras a la preventa y 0.00001 segundos después ya están en fase 8 o definitivamente ya no hay.
El FBI ya está investigando a Ticketmaster por temas de monopolio y protección al consumidor, porque estas prácticas llevan tiempo y varios países de por medio. Hasta hace poco con todo el tema de la venta de boletos para Taylor Swift, donde millones de fans se quedaron fuera de los conciertos por alguna u otra razón.
Sabes ya adónde iban todos esos boletos de Corona Capital, porque vimos el caso de Cigarros de Miel, que vendió en un solo día 108 boletos a palabras suyas. Entiendo que la joven no dimensionó el peso de sus afirmaciones, ni sabía que estaba haciendo algo malo. De hecho, hasta afirmó no tener contacto directo con los organizadores o Ticketmaster, sino con una agencia que proveía estos boletos. Tema interminable que podemos dejar para otro texto. ¿Ok? Ok.
Lo importante aquí es que estamos quizá ante una nueva generación de público, porque se notó que muchos estaban en su primer festival y/o concierto. Y la verdad que qué gusto. Es un hobbie -y lujo- que se disfruta muchísimo, y del que no hay vuelta a atrás, así que, si vas empezando, bienvenido al mundo de la orina en vasos voladores, las horas parado y disfrutar de los mejores momentos de tu vida.
Quizá te toquen más detallitos como los que están ahorita surgiendo en Twitter, que una asistente literalmente hizo del baño en medio de la gente para no perder su lugar, una epidemia de piojos, mosh pits inesperados, ataques de ansiedad, lluvia y pies mojados y muchísimas cosas horribles más. Pero es parte del encanto de estos eventos.
Por otra parte, y ya para finalizar este eterno texto, hay que definir este Corona Capital como la transición a una nueva etapa en el festival mexicano. No solo por la duración -digo, Vive Latino ya lo había hecho, y hasta EDC, pero eso es otro caso-, sino por la respuesta tan abismal, porque ahora será complicado asegurar tu acceso al evento.
Ir a conciertos en este punto se está convirtiendo en un lujo prácticamente; no solo tenemos los precios altos de los boletos, porque recordemos que son varios días, también están los cargos por servicio excesivos de Tickemaster, todo este tema de la reventa, alta demanda de los eventos y la sobre saturación de estos mismos.
Además, con el anuncio del Corona Capital 2023, que también será de tres días, pone la pregunta sobre la mesa sobre quiénes podrían venir, porque no creo que los organizadores quieran dar un paso para atrás. Y más con el ajuste inflacionario y el aumento de precios que hemos tenido en los últimos meses en el país, ya tendría que ser algo del calibre de los headliners de este año. Corona Capital mutó, y ahora muestra una nueva etapa.
Que esto sirva también como motivación para los demás festivales en México para mostrar artistas increíbles o que jamás hemos visto en el país. Entiendo que es un negocio, y gente como Interpol o Panteón Rococó siempre será redituables, pero si se hacen bien las cosas, habrá personas que querrán volver año con año a los eventos independientemente de las distancias o los precios si es que se tiene el privilegio.
Como sea, Corona Capital sentó las bases para una nueva manera de ver y consumir este tipo de productos culturales. Extenso, pero justo. Ahora la euforia y ansiedad por la edición 2023 se sienten y apenas van dos días de finalizada la de este año; eso ya habla de lo bien que lo hizo el festival.