C. Tangana en Ceremonia: 100K Pasos después, Agorazein, el Ídolo y el Madrileño
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La fiebre por C. Tangana en los últimos meses ha resonado en grupos de Facebook, foros de Reddit, hilos de Twitter y -principalmente- en los trends de TikTok. Si de por sí El Madrileño (2021) ya había tenido un alcance enorme, escuchar ‘Demasiadas Mujeres‘ cada tres videos scrolleando en la aplicación le terminó de dar ese impulso que necesitaba para adentrarse de lleno en el mainstream y en el consciente colectivo.
Esto lo noté desde hace dos semanas en el Vive Latino; era raro pero también muy bonito ver a tanto joven gritando al son de un flamenco. Nunca pensé ver tal escena y menos en los tiempos actuales -sin afán de sonar como señor purista-.
Sin embargo, lo pasado en Ceremonia fue un poco más diferente: Se sabe que el público de Tangana es puramente de Ceremonia, ha sido el único festival que ha creído en él desde mucho antes del mainstream. Los que estuvieron cuando estaba abajo dirían en el corrido, o trap, más acorde para este caso.
Este fin pasado en el Bicentenario vi a muchas personas con merch del Ídolo (2018) o de cuando tuvo un show secreto en noviembre de 2019 después del Flow Fest. Gente adepta y que ha estado siguiéndole el paso al madrileño desde hace años. No me malentiendan, no quiero caer en el discurso estúpido de «yo lo topo desde antes», porque no va por allí.
El Madrileño
Hablando desde mi personalidad, El Madrileño (2021) no me dejó del todo satisfecho. Ya quedó claro en la reseña que hice el año pasado, donde lo califiqué como algo sin nada nuevo, pero se agradece que un artista ya mainstream haga llegar al público en general un género endémico y folclórico que no era visibilizado.
Más que nada porque más allá del sonido de flamenco y bossa nova, las líricas no aportan nada nuevo. Han sido años, desde el 10/15 (2015) con el mismo discurso de extrañar a un viejo amor -que ya sabemos quién es, ¿no? Guiño, guiño-. Entiendo que en anteriores trabajos era similar, idéntico, pero dejemos en claro que, a palabras del autor, El Madrileño (2021) es su obra cúspide.
Esta nueva etapa da mucho de qué hablar, y dejando de lado mi opinión personal sobre este cambio estilístico gradual que tuvo Tangana, ha logrado grandes cosas. Ahora aquellos versos en los álbumes anteriores tienen sentido, pues logró su cometido. «Sin cantar ni afinar pa’ que me escuche to’a España».
Y viéndolo desde ese punto, este último disco representa su consagración como uno de los artistas hispanos más influyentes e importantes de los años recientes por el uso de estos sonidos folclóricos y la perfección de llevarlos al oído convencional, que es el que más consume. Pero, ¿dónde se da esta consagración? Sobre el escenario principal del Ceremonia.
Ídolo
Particularmente Ídolo (2018) me parece el álbum más real y preciso de C. Tangana, la magnum opus. ¿Por qué? El discurso se siente convincente; un rapero que ha conseguido todo lo que había querido desde que cantaba ‘Los Chikos del Maíz’ y ‘Alligators’, pero sigue sintiéndose vacío.
Los que apreciamos del arte, en cualquiera de sus presentaciones, lo vemos desde una mirada cautiva. Como dice Love of Lesbian, «el arte ennoblece». En este caso, el arte de Antón hace lo posible por envolvernos en una mirada miserable y poco empática con el exitoso artista que por fin encontró el oro que quería.
«Ojalá jamás me hubiera convencido de que yo he nacido para ganar». En Avida Dollars (2018) la temática sigue presente, recreando nuevamente la imagen del rapero capitalista orgulloso, soberbio y arrogante, pero vulnerable y al borde de una depresión por la presión social de mostrarse como el exitoso artista que tanto soñó con ser.
La mayor parte de este discurso se dejó un poco de lado al solo mostrar el lado del exitoso bohemio en El Madrileño (2021), y digo, bien, porque Tangana ha hecho lo posible por enmarcar lo mejor de cada etapa en un «personaje» y darle un desarrollo a éste. Muy cinematográfico el pedo, y se nota.
Ahora, contextualizados, recordemos lo acontecido el pasado sábado: A medio set en el Ceremonia, el bar tender de su show le da el sermón, diciéndole que a la gente en México le gusta el trap, para posteriormente tocar ‘Llorando en la Limo‘. Esto pasó en Vive Latino y Pa’l Norte, por lo que pensé que pasaría lo mismo acá, pero no.
Los ojos de un par de asistentes -los míos igual- se rozaron con las palabras soltadas a continuación: «Pucho, ¿recuerdas adónde fue que viniste la primera vez que saliste de España? A Ceremonia», para después dar el contundente «Agorazein es para siempre».
Agorazein
Desde Crema, Agorazein, el Ídolo y ahora como el Madrileño. Ceremonia ha estado presente en cada etapa de Tangana, lo ha acogido y cuidado porque han sabido reconocer y fomentar el talento que el rapero ha tenido desde siempre.
Por eso fue poético poder reunir a Agorazein no en Madrid, no en cualquier otro lugar, sino sobre el escenario principal del Ceremonia. Sticky M.A. aprovechó su aparición en el cartel para salir al escenario junto a Pucho, junto a Álvaro Díaz y Broke Kids después de las palabras mágicas del barman de la escenografía.
El gusto lastimosamente solo duró una canción, la elegida: ‘100K Pasos‘. Aprovechada por unos cuantos de sobre manera, con un par de lágrimas, sentimientos que no sabía cómo expresar más que con una boca abierta y los ojos atentos hacia el escenario.
Pensé en el disco que contiene este disco, el Siempre (2016), la despedida de Agorazein, y lo volví a escuchar para escribir esto. Lo sorpresivo es que me di cuenta que las bases de trap de algunas canciones de este trabajo están invertidas. Una retrospectiva de que esta despedida habla de una íntima reflexión de lo que se ha hecho, viendo el pasado para pisar fuerte en el futuro.
Al final del día es hasta pendejo tratar de olvidar el pasado. El óptimo es tenerlo presente, saber en qué hemos fallado y tomar pautas a partir de estos actos equívocos para tratar de evitarlos en próximas decisiones. Eso aprendí del Siempre (2016) de Agorazein.
Volviendo a la imagen mental de la platea: Me quedé perplejo, abracé a mi amigo con el que iba acompañado y aprecié el momento, sin poder evitar pensar en cómo han crecido y qué tan lejos han llegado. Muy nostálgico y significativo, como debe ser cualquier concierto.
Agorazein volvió, momentáneamente, y de una forma bastante significativa. ‘100K Pasos‘ ayudó a musicalizar este regreso, volteando a ver hacia atrás y recordando los 100K Pasos que ambos raperos han dado hasta llegar hasta allí. Entre risas, llanto, desesperación, cosas buenas y cosas malas para llegar a liderar los charts internacionales y encontrar por fin el sonido clave que siempre se buscó.
El fin -quizá y ojalá que no- del camino del héroe. Narrativamente un final, y espero que no, aunque el miedo comienza a corroerme.
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