08. Reseña de Hellfire (2022) de black midi
Para muchos salir de la comodidad del mundo pop puede ser algo agresivo, arriesgado, incómodo, un viaje que en apariencia es una cosa pero que en la realidad tiene caminos sinuosos, valles, llanos, despeñaderos y abismos, así podría “calificar” el viaje al infierno del black midi, el Hellfire (2022) es una experiencia que puede pasar por incómoda, pero de esa incomodidad que involucra aventura, emoción y suspenso, cada vuelta nos lleva paisajes sonoros diversos y nos entrega en un punto alejado del principio sin darnos cuenta.
El rock progresivo no ha muerto, sólo se fue al infierno.
Para muchos el Hellfire (2022) de black midi puede parecer presuntuoso, y entiendo por qué, ya que sus principales simpatizantes son esos “melómanos de Twitter» o de cualquier esquina oscura del internet que se suben a un ladrillo y se marean por tener pequeños followings de entes igualmente snobs y oscuros que ellos.
No puedo hablar bien de este material sin sentir que me convierto en otro de estos snobs del internet, pero está bien, esta vez está bien.
El Hellfire (2022), el tercer disco de black bidi es salvajemente ecléctico, cinemático hasta bucólico, te lleva de una atmósfera a otra, un rock opera que sin contar con una estructura aparente pareciera que quisieran reflejar el caos en el que vivimos.
La narrativa nos lleva al año 2163, a una pelea de box entre dos luchadores obesos, una visita a un congal a la decadencia de un actor moribundo que despide el álbum con un monólogo y luego explota en el escenario.
Por momentos, al dejar correr el disco es probable que cambie de opinión sobre la majestuosidad del material y llevarme a pensar “este disco es pretensioso y aburrido y sólo puede gustarle a los melómanos snobs del internet”.
Pero la realidad es que son momentos y al siguiente minuto vuelve a llevarme al punto donde me tenían elogiando la destreza técnica con la que tocan así como su ingenio para llevarme directo al infierno, es ruidoso, es estremecedor, siento que está repleto de paisajes que podría haber ilustrado Robert Crumb, con un estilo medio escatológico y pornográfico.
Sin duda un material que muchos amarán y otros odiarán pero que quedan como uno de los álbums que marcaron el regreso del rock progresivo en 2022 que mucho nos recuerda a las locuras de Mike Patton.¿Será que por fin que los Gen-Z’s tomarán la estafeta del rock?
Lo veremos.