01. Reseña de Ants From Up There (2022) de Black Country, New Road

Haciendo la ponderación para el listado anual de discos, que hoy llega a su fin, me pareció imprescindible dejar a Black Country, New Road. Lo sorprendente es que, de manera genuina, han ocupado el primer lugar en lo que este medio de comunicación lleva activo.

En 2021, el conjunto de Inglaterra ocupó el número 01 en #Los20del21 con su disco debut, For The First Time (2021), con el que levantaron las expectativas que los mismos medios les pusimos encima. Porque ellxs como tal jamás dijeron una palabra acerca de su trabajo, solo tocaron y encantaron.

Y ya en 2021 era difícil imaginar qué tipo de disco podía superar a For The First Time (2021), porque instrumentalmente parecía que escuchábamos a una banda de músicxs consagradxs con años y años de trayectoria… ¡pero en cambio escuchábamos a niños! Jóvenes que no pasan de los 25 años pero que aun así tocan como increíbles expertos.

Se nota una formación musical temprana, además de una química entre ellxs que no se veía en una banda del estilo. Porque hay quienes decían en 2019 que Black Country, New Road eran lxs «salvadorxs del rock», que venían a mover y romper esquemas típicos haciendo música atípica.

Hoy a tres, cuatro años desde su formación y reconocimiento mediático y por parte del público, siento que la afirmación quedó allí, como un intento pretencioso de desacreditar a las bandas de hombres blancos con guitarras. Sin embargo, no podemos dejar de lado que Black Country, New Road camina a paso agigantado sin siquiera querer hacerlo.

Porque así como pueden sonar a shoegaze, pueden sonar a post-rock, pueden sonar a jazz-rock y hasta te tocarían un pinche huapango si es que lo quisieran. No sé qué estudiaron estxs morrxs, o qué hagan en sus tardes libres, pero el talento, la ambición y el desempeño artístico lo tienen de sobra.

Quizá por el momento, Black Country, New Road sea una banda de nicho, porque este tipo de sonidos siempre lo fueron y siempre lo serán. No creo verlxs en un futuro llenando estadios o en listas internacionales como lo más escuchado. Chance esa sea la gracia, porque no quiero sonar al amargado de Twitter, pero estoy algo de acuerdo con el «popularidad no significa calidad», porque «calidad no significa que no sea popular» tampoco.

Me refiero a que estamos en una época adecuada para ver el nacimiento y crecimiento -hasta donde tope- de una banda de niñxs con un potencial universal que ha sabido cómo tocar sus instrumentos para no encontrar progresiones de acordes, arpegios o letras similares en ningún otro lugar. Porque Black Country, New Road suena a Black Country, New Road, y esto se confirmó en su segundo disco.

Hormigas

Cuatro días antes del lanzamiento de su segundo disco, Ants From Up There (2022), Black Country, New Road anunció en sus redes sociales que Isaac Woods, quien había sido el vocalista principal de la banda desde su inicio, se despedía de la banda por razones personales.

La banda lo aceptó con integridad, brindándole su apoyo, y hasta el mismo público estuvo de acuerdo. El 04 de febrero pudimos escuchar el disco completo, y muy bueno y todo, pero no podíamos dejar de preguntarnos: «¿Qué pasará con el proyecto? ¿Será que se separan?»

Porque ni ellxs mismxs sabían; cancelaron toda la gira que tenían prevista para este año y se tomaron una especie de «descanso», por un tiempo limitado. Poco después saldrían y comenzarían de nuevo a tocar… pero no canciones de sus dos discos previo, si no, otras distintas.

Es raro el rumbo que lleva la banda hoy en día, pero les va bien. Sinceramente desconozco los planes que tengan para un futuro próximo, o siquiera si ya los contaron públicamente. Lo que sé es que por lo poco que vi de sus shows en vivo en YouTube, no han perdido esa calidez y esa euforia al tocar cada instrumento.

Clásico contemporáneo

Es por esto, por la salida de Isaac Woods, que Ants From Up There (2022) se siente más melancólico de lo que ya de por sí es desde un principio. Y hubo que escatimar un poquito en detalles, porque al poner este disco como el mejor del año se tuvo que quitar esa venda de los ojos para saber si realmente era un increíble disco o lo veíamos con emotividad por la partida de su vocalista.

El resultado de este ejercicio concluyó que efectivamente Ants From Up There (2022) es el disco del año por distintas razones.

De entrada, el disco sigue la línea de los mismos paisajes sonoros que la banda planteó en For The First Time (2021), donde el jazz-rock y el post-rock se combinaban con la voz melódica endémica del post-punk de Woods y hacían una amalgama impresionante. Además, lo que llamó en un principio la atención sobre Black Country, New Road fue su poca intención de «respetar» los cánones musicales de los géneros que tocan.

Porque si ya era difícil encasillarlos en un género, ahora mucho más, pues perfeccionaron su técnica de «mezcolanza». Bien podemos resumirlos en rock experimental, tal y como dice la Wikipedia, para abreviar semejante trabajo.

Lo curioso, y nada aventado, es decir que tanto For The First Time (2021) y Ants From Up There (2022) pueden y podrán considerarse clásicos contemporáneos del post-rock, y no hay problema con decirlo. Porque si ambos discos se han añejado bien en un lapso de un año, en un tiempo para acá, tendrán un valor cultural impresionante.

Siguiendo la línea sonora, queda claro e ímpetu de cada miembro del ahora sexteto por mostrarse relevantes sin siquiera andar contándolo. Son genuinxs en cada paso que dan. Por allí recuerdo haber visto una entrevista donde decían explícitamente que su meta era «ser lxs próximxs Arcade Fire».

No sé si llegaremos a ese punto, porque el punto es ser la versión lite, o contemporánea, o la no funada de cierto proyecto. Y más porque durante los últimos años hay quienes comparan su sonido con el de black midi, ¡y hasta ellxs mismxs lo dicen! Basta con ver la letra de ‘Science Fair‘: «The world’s second best Slint tribute act».

Pero quitando las similitudes, porque las influencias se notan desde los mismos Slint, Arcade Fire y hasta Sufjan Steves, estamos ante un caso de mezcolanza impresionante con lo mejor del post-rock, jazz y que combina exquisito con la melancólica voz de Woods. Porque siguen la línea sinfónica y melódica, pero a su modo. Sin seguir ciertos lineamientos que dicta cada género que tocan.

Eso es versatilidad en su máxima expresión. Black Country, New Road son seis jóvenes haciendo lo que les gusta como unos increíbles genios expertos, y lo más cabrón es que ni se nota que tengan la intención de hacerlo, convirtiéndolo en algo genuino y real.

Concorde

Ya dije que la música de Black Country, New Road es y siempre será de nicho. Son géneros que nunca estarán en el mainstream y no hay problema con ello, además las canciones duran muchísimo, pero se disfrutan y unx espera que nunca terminen. El sexteto no tiene planes de escalar en otras ramas porque entre sus palmares ya tiene los mejores discos de dos años consecutivos, y sin problema alguno.

Creo que esto mismo es la razón más importante del por qué la banda está donde está. Porque no hay pretensión de mostrar algo que no son. Solo son jóvenes hablando de temas de jóvenes cuyo mayor público son jóvenes. Todo conecta ahora.

No digo que alguien mayor no pueda entender lo que hablan sus letras, pero si eres un zenteniall de menos de 25 años, vas a analizar las letras y chance hasta lloras. Son líricas medianamente crípticas pero abiertas a cualquier interpretación, porque así somos los jóvenes nacidos en los 2000s y que nos tocó toda esta revolución digital: Volátiles, sensibles y hasta abiertos al cambio, pero nostálgicxs.

Esto lo siento desde la portada de los singles previos al lanzamiento completo del disco en cuestión, y hasta el mismo album cover final, donde vemos a juguetes o figuras que se asemejan dentro de bolsas. Lo interpretaría como dejar de lado toda esa inocencia para dar paso a la vida adulta, y qué mejor ejemplo que una banda de niñxs que de un día para otro fue considerada «la mejor banda del mundo».

Estoy seguro que en un tiempo, este disco en particular, servirá como objeto de estudio para comprender cómo pensaban los jóvenes que vivíamos en un ambiente hostil, donde debíamos desenvolvernos en un mundo real que nos gritaba que corriéramos a morrxs nativxs digitales.

Recuerdo que la primera vez que escuché ‘The Place Where He Inserted the Blade‘ sentí una paz tan increíble que no sentía en años con ninguna canción. Y te hace pensar: «No soy el único». Y a veces es lo único que queremos escuchar en un ambiente tan hostil y que nos replantea en muchas ocasiones aparentar una visión de alguien que no queremos ser, todo para no ser frágil.

Y es lo genuino de la música, lo que me animó a dedicarme a esto, que cada canción, cada disco, cada concierto tiene su razón de ser, y la mayoría de las veces este propósito es conectar con la gente a través de vivencias que salen de la cabeza de sus autorxs. Y cuanto más reales son estos pensamientos plasmados en las canciones, más emotividad llegan a ser.

Ants From Up There (2022) es sinónimo de lo anterior dicho, es sinónimo de emotividad y de una realidad que nos tocó vivir a quienes tenemos nuestros 20s en esta época tan rara, rodeada e influenciada por lo que vemos en TikTok, Reedit, o lo que llegamos a ver en Vine, Snapchat o hasta Metroflog.

Somos una generación cambiante en su forma de pensar, como los tiempos en los que vivimos hoy, que todo es volátil y en constante movimiento. Nada inerte. Y esto se expresa en las letras autómatas, raras y hasta bizarras de Black Country, New Road, y en su sonido tan ecléctico y ruidoso, pero a la vez tan pulcro y delicado.

Porque la música y todas las expresiones artísticas son el reflejo del momento en que se gestan y se distribuyen. Como en su tiempo lo fue el punk en Inglaterra, el reggaetón en el Caribe o el corrido en el México revolucionario, esto hablando de música solamente.

Ahora nos toca a nosotros, lxs de 20 cuya visión de la vida puede ser algo difusa por el miedo y la confusión de lo cambiante del mundo y la sociedad. Pero que, sin embargo, vamos a paso lento y seguro, junto a nuestrxs amigxs, cantando canciones estúpidas, haciendo TikToks sin sentido y pasándola de puta madre hasta que llegue el momento de cambiar de aires.

Porque puede que pasemos gran parte del día perdiendo el tiempo, o en la calle con lxs amigxs, o trabajando, o soñando lo que queramos que sea nuestro futuro soñado. Es cuestión de trabajar en ello hasta lograrlo, y da miedo. Todo este proceso da miedo porque nadie nos enseña a cómo sobrellevarlo.

Pero al final todo ese medio habrá valido la pena, porque todos los cambios son buenos.