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Pa’l Norte 2025, el faro que alumbra toda una industria cultural

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El éxito y crecimiento exponencial que ha tenido el Pa’l Norte en los últimos años es algo difícil de replicar. En un panorama musical donde muchos festivales emergen con entusiasmo, pero se desvanecen tras una o dos ediciones, el Pa’l Norte no solo ha logrado mantenerse firme, sino que ha sabido reinventarse constantemente, elevando cada año su estándar de calidad, producción y curaduría artística.

Por lo que no era sorpresa que Pa’l Norte 2025, su edición número 13, irradiara ambición y una sed de triunfo más viva que nunca; incluyendo un lineup diverso y prometedor que se presentaría en un periodo de tres días, una ubicación más amplia prestada para proveer comodidad a los cientos de miles de asistentes y un escenario principal equipado con la pantalla más grande del mundo jamás vista en un festival.

Viernes 04, discursos atemporales y diversidad cultural

El viernes 04 de abril fue crucial para determinar el tono y la energía del resto del festival. Este día sería la introducción a un fin de semana lleno de sorpresas y vivacidad.

Desde que abrieron puertas a las 14:00, el Parque Fundidora se llenó de gente caminando de un lado hacia el otro, disfrutando del ambiente, explorando los stands que ofrecían productos gratis, buscando merch o simplemente tomándose fotos en cada rincón del parque. A cualquier lugar al que te acercaras, se escuchaba el resonar de los acordes mientras los artistas se acomodaban y preparaban para presentar su set. 

En poco tiempo, la diversidad de propuestas sonoras dio inicio a sus presentaciones. En el escenario principal, el Tecate Light, Little Jesus reunió a una cantidad considerable de personas a pesar de salir a las 15:50. Con buena vibra e interpretando sus canciones más conocidas, el público movía su cabeza al ritmo de la música mientras con la otra sujetaban un vaso de cerveza. 

Pronto después, Nathy Peluso salió a relucir con un grupo de bailarines que captaron la atención de la gente, que poco a poco se comenzaba a reunir a esperar a los actos más esperados de la noche. Trayendo un setlist un poco más movido en contraste al indie rock suave de Little Jesus, Peluso ofreció teatralidad con presencia escénica, rompiendo esquemas y estableciendo la vibra del resto del día.

Lo endémico y latino de Pa’l Norte 2025

Cerca del atardecer llegó un artista que logró unir a todos los presentes en el festival, sin importar edad o procedencia, y es que, seamos honestos… ¿Quién no conoce a Juanes? Su sola presencia evocó una ola de nostalgia colectiva, conectando generaciones.

Sin importar el tiempo que haya pasado, Juanes sembró un legado que está lejos de terminar, y lo demostró al demandar la atención de los asistentes con sus éxitos que han marcado la historia del pop-rock latino.

En un esfuerzo por conectar con el público mexicano, que lo recibieron con gritos y emoción, el colombiano interpretó su dueto con Juan Gabriel, ‘Querida‘, obteniendo una ovación que cerró su set con éxito.

El esfuerzo más exitoso para mantener la atención de la gente entre las presentaciones fue cuando aparecieron los primeros artistas sorpresa: 3BallMTY y Los Hechizeros Band con ‘Inténtalo‘ y ‘El Sonidito‘. Sin importar en qué parte del Parque Fundidora se encontraba la gente, si alcanzaron a escuchar las primeras notas de ‘Inténtalo‘, las piernas comenzaron a moverse casi por instinto.

Fue un momento que desató una oleada de emoción colectiva. En un abrir y cerrar de ojos, los pasillos, los puntos de comida y hasta las zonas de descanso se transformaron en pistas de baile improvisadas en las que participaron hasta los vendedores de cerveza.

Aquella mezcla de tribal y el encanto pegajoso de ‘El Sonidito‘ rompió cualquier barrera generacional o de gustos musicales. Era imposible no dejarse llevar por la alegría desbordante.

El debut del k-pop en el festival

Nativos de Corea del Sur, el anuncio de SEVENTEEN como uno de los headliners del viernes causó tanto impacto como incertidumbre. Hasta este punto, el Pa’l Norte nunca había incluido a un grupo de K-pop como acto estelar.

Y es que sí, SEVENTEEN no es cualquier grupo: su notoriedad no solo se extiende por Asia, sino que ha conquistado escenarios a nivel mundial con una base de fans inquebrantable y una producción escénica de primer nivel. Sin embargo, las dudas sobre el recibimiento que obtendrían en una ciudad como Monterrey no se hicieron esperar. ¿Lograrían conectar con una audiencia diversa? 

La respuesta fue un rotundo sí. Pues desde el momento en que se abrieron las puertas, las fans de SEVENTEEN —conocidas como Carats—, se abrieron paso entre la gente con sus lightsticks, corriendo para poder alcanzar un buen lugar frente al escenario principal.

Durante la presentación de los artistas previos a SEVENTEEN, las Carats batían los lightsticks al ritmo de las canciones, demostrando su apoyo no solo por sus ídolos, si no por el talento que tomó lugar en el escenario antes de ellos.

Es por eso que la presentación de Seventeen fue tan especial: el Pa’l Norte le dio su lugar a una de las comunidades de la música que usualmente es ignorada, y a cambio, las fans ofrecieron su apoyo incondicional a todo aquel dispuesto a aceptarlas. 

Más y más latinidad

Por otro lado, Mon Laferte comenzaba su presentación en el escenario Tecate Original, abriendo un espacio donde la vulnerabilidad y la pasión tenían el mando.

Con su característico aire teatral, una destreza vocal que acaricia y desgarra al mismo tiempo, y un esfuerzo por demostrar su amor por México a través de una escenografía impresionante, Mon reafirmó el por qué es una artista digna de respeto y profunda admiración.

Y justo cuando parecía que no podía ofrecer más, Laferte sorprendió a todos invitando a Juanes al escenario para interpretar juntos ‘Amárrame‘, marcando así uno de los momentos más icónicos del festival.

El cierre definitivo para el primer día, que con pesar en su corazón decidió descansar y recargar energías para los próximos dos días, fue The Chainsmokers.

Un DJ set meticulosamente preparado para rendir homenaje a una sola palabra: nostalgia. Aprovechando la amplitud de las pantallas del Tecate Light, The Chainsmokers transmitieron visuales impactantes que solo daban más énfasis a cada drop, con los cual la gente bailaba y saltaba.

Domingo 05, las nuevas generaciones

El último día del Pa’l Norte llegó como un suspiro profundo después de una noche larga: con la promesa de cerrar con fuerza, pero también con la tristeza que acompaña a los finales inolvidables. No obstante, después del sábado, que fue relativamente calmado, el domingo mantuvo un ambiente firme y similar al del viernes: la emoción era palpable y se podía percibir en cada parte del parque. 

Se empezó el día con Tino El Pingüino a las 16:35. El escenario Oasis se sentía íntimo, como una conversación entre amigos en una fiesta con música experimental. Grupos de amigos, algunos sentados y otros de pie, creaban una estampa relajada mientras los versos de Tino flotaban en el aire.

Sin duda alguna, Ela Taubert es una de las jóvenes promesas que puede cambiar el futuro del pop latino. En el escenario Acústico, Taubert dio una presentación íntima, pero poderosa.

Acompañada por una banda y visuales minimalistas que dejaban todo el protagonismo a su voz, creó un ambiente que se sentía casi confesional.

Su público, grande a pesar del reciente breakthrough que Taubert tuvo con “¿Cómo Pasó?”, fielmente coreaba las canciones, sin perder el ritmo. Sin embargo, la presentación de Taubert se destacó por su voz: clara, emotiva y perfectamente afinada, que fluía impecablemente y sin obstáculo alguno.

La noche cae en Pa’l Norte 2025

Por el escenario Tecate Light, el público se preparó para recibir a Parcels, quienes con su estilo retro-futurista y grooves impecables, convirtieron el escenario en una pista de baile psicodélica.

Cada nota del sintetizador te llevaba a una dimensión paralela, ajena a los demás, donde el funk lideraba y el tiempo parecía diluirse entre luces y ritmos envolventes. Apelando tanto al cuerpo como al oído, el público se permitió olvidarse de sus problemas por un rato y dejarse llevar por el beat y los coros.

Todo esto fue en espera del próximo acto: Kings of Leon. El ambiente cambió sutilmente mientras la multitud comenzaba a prepararse frente al escenario principal.

Se sentía esa calma expectante, casi ceremonial, que solo ocurre antes de una banda legendaria del rock contemporáneo. Kings of Leon es una agrupación con una trayectoria tan exitosa y notoria que no necesitan hacer mucho para imponer, y en el momento en el que salieron, el público entró en un trance colectivo.

Sin necesidad de artificios ni discursos elaborados, la entrega de Kings of Leon fue pulida, sincera, cruda, demostrando que la grandeza a veces se muestra a través de la simpleza. Las luces cálidas, los cantos unánimes al ritmo de “Use Somebody” y “Sex On Fire”, la voz de Caleb Followill; no hay nada más que podrías desear.

Si Kings of Leon era algo sutil pero preponderante, Gente de Zona desató la emoción incontrolable una vez más, saltando con energía renovada mientras esperaban a quien cerraría la noche: Olivia Rodrigo. 

Honestidad y crudeza

Desde que se anunció a Olivia Rodrigo como una de las headliners del Pa’l Norte 2025, las expectativas se dispararon. No solo por el peso de su nombre en la escena musical actual, sino porque significaba traer a Monterrey —y a México, por primera vez— a una de las voces más representativas de una generación que ha hecho del desamor y la introspección su bandera.

Aparte de SEVENTEEN, Olivia Rodrigo puede ser considerada la única artista del lineup en tener una comunidad de fans tan dedicadas, apasionadas y organizadas. Las Livies, como se autodenominan, llegaron desde temprano, muchas con pancartas hechas a mano, atuendos inspirados en sus videoclips y la determinación de esperar ocho horas de pie para ver a su artista favorita desde cerca.

Es importante aclarar que el silencio nunca formó parte del set de Olivia. Desde el primer momento en que pisó el escenario, Rodrigo fue recibida por una ovación ensordecedora,  contrario a los comentarios que surgieron sobre una supuesta falta de energía en el público regiomontano.

Los gritos —por lo menos en la parte de enfrente— eran tan fuertes que a momentos era difícil entender las propias palabras de Olivia, quien, entre risas y agradecimientos, intentaba comunicarse con un público completamente entregado.

Este entusiasmo, lejos de ser una rareza, era la demostración de que Olivia Rodrigo había logrado algo que pocos pueden: hacer que su música resuene profundamente con su audiencia, sin importar el lugar o el idioma.

Y valió la pena la espera, porque con una producción notable, un vestuario inolvidable y momentos que invocaban liberación colectiva a través de vitoreos, Rodrigo fue la opción ideal para cerrar el Pa’l Norte 2025.

El siempre poderoso y ascendente, en serio

Mientras otros eventos similares luchan por sostenerse o consolidar una identidad clara, el Pa’l Norte se yergue como un faro vibrante que ilumina no solo a la ciudad de las montañas, sino a toda una industria cultural.

Queda claro que la notoriedad de Pa’l Norte 2025 no radicaba exclusivamente en la música, sino en la experiencia que ofrece y el servicio que el evento le ha ofrecido a su audiencia, que cada año se mantiene leal y sigue rompiendo récords de asistencia.

Fotos de Isaac Romero (@isaacrmnz) y cortesía del festival.

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