#IntraCassini es una sección donde el equipo de redacción de Cassini aborda un tema de interés propio con completa libertad, siendo un texto puramente opinativo, descubriendo el mundo de cada mente creativa.
«Me pegaron un balazo, pero sigo al tiro».
Cada quien puede y va a pensar lo que quiera de lo que generan los corridos. Si violencia, si delincuencia o un estilo de vida exuberante. Lo cierto e innegable es su naturaleza y su posibilidad de entender la evolución de la identidad cultural mexicana.
Bien lo dije hace un par de años en este mismo canal: La capacidad de adaptación del corrido es la responsable de su prevalencia durante más de cien años. Y no solo permanencia, sino que también ha ido cambiado para satisfacer las necesidades sociales de la época donde se desarrolle, siendo este género musical el medio perfecto para estudiar y visualizar la evolución que hemos tenido como colectividad mexicana.
La censura que vive toda esta cultura es curiosa, porque hace recordar a la ocurrida hace años con distintos géneros. El rock, el punk, el heavy metal y hasta el swing fueron blancos de estigmatización por parte de la sociedad por supuestamente incitar a distintas cosas.
Ahora el corrido corre la misma suerte. Y es probable que en unos años todo esto sea parte de la historia del corrido y sean finalmente aceptados a nivel comunitario. Natanael y Peso serán clásicos y vistos como pioneros como ahora vemos a artifices de otros géneros. Porque el arte y la cultura es cíclica, y después será este caso con otro género.
Quitando mi percepción a futuro de lo que pueda o no pasar, lo cierto es que estamos quizá ante el momento más gris de la historia del corrido. Al menos en el plano contemporáneo, porque la censura a esta cultura siempre ha existido por su origen e inspiración en las ramas violentas de la historia del país.
Aun así, los corridos siguen estando en uno de sus momentos más álgidos e importantes.

Las pulseras bien repletas de diamantes
En un ambiente donde hasta la presidenta de México habla y busca la censura del corrido, lxs mismxs artistas del género siguen siendo relevantes a nivel mediático y cultural.
Tan solo ver a Peso Pluma como una de las figuras más importantes del México actual ante el mundo. O el pasado Coachella, donde Junior H se presentó casi en calidad de headliner. Y lo hizo en el escenario principal sin siquiera tocar un narcocorrido a excepción de dos temas.
Y ejemplos hay bastantes. Tito Double P como parte de la nueva generación, junto a Jasiel Núñez y Netón Vega. Natanael Cano encabezando tres festivales alrededor del país. Luis R. Conríquez innovando en el género y hasta Kevin AMF diversificando los sonidos clásicos con dembow y electrónica.
Las diversas posturas en los corridos
Es sabido que han ocurrido acontecimientos que han manchado un poco esta cultura. Desde la aparición de la cara de El Mencho en el TELMEX, el altercado en Texcoco y hasta el contexto de la crisis de desapariciones forzadas en el país.
Sin embargo, más que prohibir y satanizar, es necesario entender que no hay manera de tapar lo que ocurre. Y no se trata de proliferación o aspiración. Se trata de visibilizar y comprender.
El censurarlo e ignorarlo no va a evitar que sigan pasando tragedias. Y la cultura, véase, el arte, el estilo de vida y demás, solo es el reflejo de la identidad de un pueblo que vive estas condiciones.
Junior H dijo que ‘los corridos son una cultura, y es difícil querer apagarla’.
Y lo cierto es que las declaraciones de la presidenta Claudia Sheinbaum son igual de poco certeras que los ideales de esta postura. Estas representaciones culturales de crónicas sociales no son ni de cerca las culpables del estado del país. Lo es el crimen y la crisis de violencia y humanitaria que hay hace décadas.
Parte de todxs
Censurar no cambia nada. Aún sin corridos sonando en lugares públicos seguirá habiendo droga en las calles, armas rondando y desapariciones.
No es la culpa de lxs artistas ni mucho menos de la comunidad que disfruta de los corridos. Y buscar culpables para señarles es tan complicado como siquiera encontrar una solución.
Es un problema institucional ya enraizado en el consciente colectivo de todo un país. Y la solución no está en las artes.
Aun así, con todo y la censura, el corrido está lejos de significar y representar lo que es. Porque reitero: es el género endémico perfecto para estudiar la evolución de toda una comunidad cultural. Y algo tan identitario como eso difícilmente podrá ser tapado.
