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Pitchfork CDMX Noche 1: Del silencio a NAAFI

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Recuperar la confianza del público no es tarea fácil, especialmente después de tropiezos logísticos y un line up que parecía jugar a las escondidas. El reto era claro, pero la primera noche de esta edición del Pitchfork CDMX —anunciada con apenas unos días de anticipación— se enfrentó a un escenario complicado: un opening en jueves, con aforo escaso y expectativas a la deriva.

A las 20:00, el Foro Indie Rocks! sumaba apenas 30 almas; media hora después, con el inicio del primer acto, la cifra rozaba las 100. Un inicio tibio para una velada que, sin embargo, guardaba sorpresas.

Tropezada inauguración

El cambio de fecha —de sábado a jueves— que colocó a Luz Luz Luz! como acto inaugural, fue el primer indicio de que algo no cuadraba. La banda, conocida por su propuesta visceral, teatral y transgresora, se encontró con un público disperso y un ambiente que, desde el primer acorde, simplemente no conectó. Su sonido experimental —por lo general capaz de electrizar— se estrelló contra miradas perdidas y brazos cruzados, reduciendo el espectáculo a un actocontemplativo.

Fue un opening mal calculado, Pitchfork CDMX tenía un momento clave para marcar el tono del festival, pero falló. Cuando la misión es generar expectativas, cada detalle cuenta —horario, orden del cartel, química con el público— y con Luz Luz Luz! lamentablemente nada encajó.

Con untitled (halo), el ambiente dio un giro. El foro se llenó paulatinamente, y el sonido másdigerible de los angelinos logró conectar un poco mejor. Sin embargo, el arranque fue tropezado: las dos primeras canciones naufragaron entre un recibimiento frío y una sincronía perdida por los nervios del grupo.

Pero la magia ocurrió después. Como un motor que encuentra su marcha, la banda afianzóel paso, los sintetizadores y guitarras distorsionadas ganaron profundidad., para el final, hasta los asistentes más escépticos aplaudían con convicción.

Luego ocurrió la gran división: parte del público se marchó, otros llegaron. El cansancio se sentía en el aire —horas de espera, emociones a medias— cuando el colectivo NAAFI tomó el control. DJ Fucci e Imaabs supieron darle la vuelta a la noche, con estilos muy diferentes: beats que calentaron la pista y un sonido caótico que fue el antídoto perfecto para que la gente dejara el celular y empezara a bailar.

La transformación fue radical. El mismo espacio que una hora antes olía a desencanto, ahora vibraba con energía.

¿Fue esta primera noche un pretexto para acomodar artistas sobrantes del sábado? Tal vez. Hubo errores, poca planeación, horarios incómodos, una cartelera que no terminó de cuajar. Pero tampoco lo llamaría un fracaso. El mérito, claro, tuvo un nombre: NAAFI, que demostró que incluso las noches más accidentadas pueden salvarse con buenas dosis de ritmo y audacia.

Fotos por Abraham Campos (@elfresirocker).

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