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Dos décadas de nostalgia: Keane en Monterrey

Cuando Keane visitó México por primera vez en 2004, en un pequeño recinto con capacidad para unas 200 personas, jamás imaginaron que, veinte años y diez millones de discos vendidos después, estarían encabezando una gira por el país, presentándose como solistas, en festivales e incluso en ferias de pueblo. Y, sin importar el paso del tiempo ni el hecho de que han pasado más de cinco años desde su último lanzamiento tras una pausa indefinida, los fans —tanto aquellos que han seguido su trayectoria desde el inicio como quienes recién descubrieron a la banda— los siguen recibiendo con la misma calidez y emoción.

Tras su presentación como headliners en la edición 2024 del festival más grande del norte de México, Pa’l Norte, el pasado 12 de marzo Keane hizo su regreso a la ciudad de las montañas, ahora con un show agotado en el Auditorio Citibanamex, que cuenta con capacidad para aproximadamente 7,000 personas sentadas. La visita de Keane tenía un solo objetivo: sumergir a los asistentes en nostalgia para celebrar el vigésimo aniversario del álbum que los lanzó al estrellato, Hopes & Fears (2004).

Para dar inicio a la velada, la banda originaria de Austin, Texas, Culture Wars, subió al escenario alrededor de las 8 p.m., ofreciendo un repertorio de rock alternativo que duró una hora y puso a todos en sintonía con la atmósfera que marcaría el resto de la noche.

A las 9:30 p.m., los primeros acordes de «Can’t Stop Now« resonaron en el recinto, desatando un grito ensordecedor por parte de los asistentes de todas las edades. Keane daba inicio a un viaje hacia la nostalgia y la emoción colectiva. Como una proyección del pasado, la voz de Tom Chaplin sonó con un timbre impecable, sin haber sido afectada por el tiempo.

La cita prosiguió con “Silenced by the Night”, “Bend & Break” y “Your Eyes Open”, canciones energéticas que mantuvieron la atención y entusiasmo de los asistentes mientras la banda los guiaba en perfecta sintonía a través de los melódicos sonidos del piano. Cuando “Nothing In My Way” comenzó a sonar, el recinto entero se puso de pie, bailando al ritmo de la música y disfrutando la canción conocida por estar en el vídeojuego FIFA 07. 

“Spiralling” y “Perfect Symmetry” del álbum Perfect Symmetry (2008), al igual que “The Way I Feel” de Cause And Effect (2019) fueron adiciones inesperadas al setlist liderado por canciones de Hopes & Fear y Under The Iron Sea (2006). Sin embargo, fueron recibidas por el público con calidez y euforia, que conocían la discografía de Keane a la perfección. 

De Strangeland (2012) también se pudo escuchar “You are Young”, emanando una energía esperanzadora que conectó con el público al instante, y donde Chaplin implementó una dinámica donde invitó al público a cantar junto a él. Esto antes de interpretar “Everybody’s Changing”, un clásico que nadie se salvó de cantar a todo pulmón. 

Poco después la melancolía se apoderó del ambiente con «Hamburg Song» y «A Bad Dream», dos temas que tocaron las fibras más sensibles de cada uno de los asistentes, con la voz de Chaplin reluciendo como una luz al final del túnel. En un momento, la cortina que adornaba la escenografía, pintando una ciudad en blanco y negro, cayó, señalando el regreso a la programación habitual, donde la música palpitante y vibrante reinaba. Ahí es donde se presentó “Is It Any Wonder”, la lenta pero adictiva “She Has No Time” y la reconocida “This Is The Last Time”.

Después de presentar “Crystal Ball”, Keane se preparó para el momento más esperado de la noche; con una bandera mexicana colgada del micrófono de Tom Chaplin, inició la interpretación de “Somewhere Only We Know”, con la cual Keane logró establecer una conexión total con el público al permitirles cantar las partes más icónicas y memorables de la canción. Un momento después, la banda salió del escenario.

Solo para tomarse un descanso corto, pues todavía quedaban cuatro canciones más para cerrar con broche de oro. “Neon River”, “We Might As Well Be Strangers” —que se consagró como una de las mejores de la noche— y “Sovereign Light Café” solo prepararon a la audiencia para el verdadero final: una emotiva interpretación de “Bedshaped” que puso la piel de gallina a todos los asistentes y puso en evidencia la destreza vocal de Chaplin.

El regreso de Keane a Monterrey no solo fue un tributo a su álbum más icónico, sino una celebración de dos décadas de música que ha marcado a más de una generación. Con una ejecución impecable y una conexión inquebrantable con su público, la banda británica demostró que, a pesar del tiempo y las pausas, su esencia sigue intacta. Los asistentes no solo fueron testigos de un concierto inolvidable, sino de un viaje emocional que quedará grabado en sus corazones para siempre.

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