Aurora en Guadalajara: Una cura divina para todxs
Texto por Andrés Cassini (@andrescassini_).
Fotos por Saúl Martínez (@bnsaul).
En estos años de sentimientos y emociones algo forzadas por la acelerada interacción internauta, quedan pocos estímulos reales que nos pueden hacer sentir algo más allá de lo habitual.
Y no lo digo a la ligera; a veces es difícil encontrar algo nuevo que nos haga sentir vivos, y más en una era de modernidad líquida. Hay ocasiones en que encontramos la felicidad en pequeños detalles, como comer con tus papás o amigxs, viajar por carretera o lo que te haga sentir plenx.
Estos sentimientos en ocasiones son reprimidos debido a las circunstancias sociales y etnográficas del entorno, pero afortunadamente siempre hay espacios libres, donde podemos expresarnos y sentir hasta el más mínimo roce emocional. Espacios donde podemos curarnos.
Este espacio y momento lo encontramos con Aurora en su llegada a México, una presencia por demás especial, y divina por más devoto que suene.
Yendo a casa
La noruega anunció hace unos meses su llegada a México, y la respuesta fue abrumadora. El tour se cerró con dos fechas en Guadalajara, dos en Ciudad de México y una en Monterrey. Y si había más, también las llenaba.
El miércoles la gira comenzó en el Diana de Guadalajara. Desde temprano la gente, en su mayoría jóvenes, se postraban debajo de la cartelera iluminada sobre la calle 16 de Septiembre.
La indumentaria nos llevó a un mundo medieval, fantástico y mágico. Chicxs emulando la vestimenta de Aurora, algunxs con maquillaje sencillo pero bonito y acorde, y otrxs tantxs con vestimenta normal, pero con un mundo de emociones en la cabeza.
La euforia comenzó justo a las 21:00 que marcaba el boleto. Apenas las primeras canciones y las lágrimas comenzaban a brotar, pero no de tristeza. Estamos en el espacio seguro, estamos en casa.
Baño de colores
Todo mal que aconteciera en la vida de cada persona en cada butaca era indiferente allí. Todxs se postraban inmóviles hacia el escenario mirando la performance de Aurora, una increíble frontwoman.
Y el carisma inigualable, una entrega especial y un trato con el público que ya casi no se ve. Las interacciones humanas son base para el bienestar, y Aurora lo supo, porque como lo dije arriba, a veces es difícil encontrar estos estímulos hoy en día. Y no es por ser pesimista, pero el trato humano se volvió cada vez más fugaz y escueto.
Siguiendo con el show, las luces eran tintes delicados de colores vibrantes que servían como lienzo donde Aurora era la obra. Círculos azules, rojos, amarillos, naranjas y verdes rodeaban a la noruega y su banda, y coloreaban sonrisas de ternura en quienes éramos partícipes del concierto.
Cura para mí, para ti, para todxs
Aurora bajó de una montaña y nos sanó. Porque eso es lo que hacen los dioses, ¿no? Salvarnos y darnos una enseñanza.
Y no es solo por el nombre del disco que presentó, The Gods We Can Touch (2022), sino que le dio relevancia y vida al mismo concepto entregándose en cuerpo y alma a nosotrxs para curar nuestros males con lo mejor que ha creado el ser humano: El arte.
No importó el dolor corporal, la tristeza o la preocupación que sintiéramos por lo que pasaba en nuestrs vidas puertas afuera del teatro. Aurora nos toco unx por unx en la frente y sanó nuestras almas de un mundo que poco a poco va dejando los estímulos emocionales de lado. Todxs lxs herejes y atexs vimos un nuevo camino cimentado sobre esperanza y motivación.
Ahora podemos caminar como humanos, correr como lobos, volar como dioses. Porque eso nos enseñó Aurora: A no rendirnos y librarnos de todo mal incrustado en la cabeza. Curamos los males con bien; los curamos con arte y amor.