Abrazando la existencialidad con James en Guadalajara
Fotos por Julio del Toro (@julio.deltoro)
La cantidad de bandas que te rememoran a un mood de nostalgia y una visión esperanzadora es enorme y subjetiva, ya que cada persona tiene distintas perspectivas, a su vez, son pocas las cuales con seguridad afirmamos que la mayoría de fans de la música coinciden en esos matices de sensaciones al escucharla, una de ellas definitivamente es James.
Bajo el estigma de ser ‘la agrupación más infravalorada del Britpop’ por varias publicaciones de Reino Unido y Estados Unidos, la banda de Londres ha dejado su huella con sus inigualables temáticas en las letras de sus canciones, tanto de manera positiva, como en la constante búsqueda de esa sanación, ilusión y lo reconfortante, pero que parten del origen existencialista y la recurrente pregunta ‘por qué’ de parte de su líder y vocalista Tim Booth.
Recordemos que esa sensación de incertidumbre se debe a que desde sus inicios se negaron a firmar las ofertas de disqueras para su primer álbum, además del inesperado éxito, ya que, sin disco alguno, James eran invitados a abrir los shows de bandas como The Smiths y New Order, esto marcó la carrera de la banda con altibajos, donde el querer agradar a la mayoría fue quizá su mayor dilema, pero ese tema da para un texto aparte.
Con esta pequeña intro de lo que ha sido el entorno de James en sus más de 40 años de carrera, llegamos a la que sería su cuarta visita a la ciudad, de ser sinceros, muy pocas para el nivel de banda que es, siendo la primera en 2008 en el Foro de la Expo, para tener como último vestigio tapatío su set como uno de los actos principales en el Festival Roxy 2017.
Recorrido a través de una vida
El letrero -virtual- de sold out se colgó algunas horas antes, con esa expectativa de tener un venue lleno, el público iba tomando su lugar, se pudo notar una clara mayoría que abarcaban el rango de entre 45-60 años, en menor cantidad treintañeros y unos cuantos jóvenes y adolescentes, probablemente estos últimos heredando el gusto por la banda de sus padres o hermanos/as mayores.
De inicio James nos entregaron ‘Johnny Yen‘ y ‘Waltzing Along‘, la segunda de su disco Whiplash (1997), que fue increíble la precisión con la que sonó, recordemos que este disco fusionó el pop con elementos electrónicos, hasta matices techno, algo que en la década de los noventa era la tendencia, esta ocasión llevaron a la práctica ese sonido con la doble batería sobre el escenario.
Los primeros temas tardaron en arrancar, ya que la banda se enfocó en presentar canciones de sus recientes discos como ‘Beautiful Beaches‘ e incluso hasta debutaron en vivo los temas ‘Life’s a Fucking Miracle‘ y ‘Our World‘, ambos formarán parte de su próximo disco ‘Yummy‘ a salir el próximo mes de abril,
Sucedió algo curioso con ‘Our World‘, tuvieron que repetir el inicio porque no les gustó como sonaba, un peculiar momento, donde más que un error, lo podemos valorar como un pincelazo de naturalidad, como si haya sido un ensayo, ya que entre la banda se daban indicaciones y así lograr el sonido deseado.
Pasión desmedida
La vitalidad con la que Tim Booth ejecuta todas y cada uno de los temas, bailando, bajando a cantar con el público y dándolo todo sobre el escenario sigue siendo maravillosa, es tanta la pasión con la que ejecuta sus movimiento, que los más fans podrán recordar que incluso hace bastantes años tuvo una lesión en el cuello por sus frenéticos bailes en directo.
Dicha energía era totalmente correspondida por el público, hubo instantes en que Tim simplemente se quedaba pasmado viendo la reacción al finalizar cada canción, aunque el inicio del concierto faltó un tema contundente para hacer explotar la emoción, solo fue cuestión de tiempo para que el Guanamor vibrara, literal, conforme los éxitos se escuchaban.
‘Born of Destruction‘, ‘Say Something‘, ‘Ring the Bells‘ y ‘Sometimes‘ se cantaron al unísono, con tal desgarro que la voz de Tim se perdía por instantes entre las voces de las y los asistentes, cerca de la hora con 45 minutos, el primer encore era más que evidente, regresaron para interpretar dos temas del Laid (1993) su disco más laureado: ‘Out to Get‘ y ‘Laid‘.
Transgresora y emotiva
Al terminar, de nuevo la magia volvió a suceder, en teoría ese era el final del show, pero los gritos, aplausos y cualquier reacción que ayudara a que la incredulidad de la banda aumentara al ver como sus fans celebraban el show y hacían del venue una sola voz, duró algunos minutos y comenzaron a secretearse entre los integrantes para volver a dar otro encore y cerrar con ‘Sit Down‘, tema que obviamente no estaba contemplado en el setlist, pero que sonó perfectamente, como si fuera parte original del concierto.
Así en poco más de dos horas de concierto, James y su visión ambivalente y sentimentalismo provoca que su legado perdure durante décadas como un testimonio de la capacidad de su música para trascender generaciones, la misma que se siente como un abrazo al alma cuando se es escuchada.