Reseña de Lives Outgrown (2024) de Beth Gibbons

Si de voces privilegiadas e inigualables hablamos, Beth Gibbons mantiene el título de una de las más melancólicas en la industria. Aunque no suele frecuentar los grandes circuitos o carteles de festivales, le añade aún más un toque de culto a su obra musical, donde claramente la punta del iceberg es Portishead, pero sin dejar de lado su álbum colaborativo con Rustin Man y ahora su por fin esperado debut Lives Outgrown (2024), trabajo que le llevó una década conceptualizar y consolidar.

Por su puesto que su etapa con Portishead es más que conocida y no hace falta decir más, esta ocasión quiero desarrollar más su estilo en solista, donde, aunque este es su primer disco, hemos tenido vestigios donde Beth demuestra su capacidad para capturar y expresar emociones con su desgarradora e introspectiva voz.

De verdad haré hincapié constante en su voz, porque creo que es su mayor distintivo, es un hilo conductor ideal para esas perspectivas que plasma a lo largo de los diez tracks de este disco, donde de primera escucha podríamos discernir como una especie de diario personal, en los que plasma toda la incertidumbre, introspección y melancolía que tenía arropada en su existir.

Recordemos que el proceso de Lives Outgrown (2024) fue largo y hasta cierto punto en silencio, Beth nunca dio señales de que preparaba su debut, como mencionó en una declaración, porque entrevistas como tal las evita, ya que se mantiene lejos de los medios e industria. Este disco es el resultado de obtener una especie de satisfacción después de lidiar tantos años con mi paranoia e inseguridades.

La muerte es inevitable

Con esa premisa tan fuerte es con la que tenemos la noción de lo que el disco nos depara: analogías a la muerte, constantes cuestionamientos personales, el miedo a los cambios y el constante dolor en el existir.

Para las escuchas posteriores, el disco lo pudimos percibir más denso, pero a su vez armonioso, los bellos arreglos de cuerdas simulando música de cámara, un estilo del cual Beth no está para nada alejada, inundan ese sentir de incertidumbre, porque como lo mencionamos anteriormente, los cuestionamientos en todo plano: amoroso, personal, social y de vida, son una constante.

El disco arranca con ‘Tell Me Who You Are Today‘ planteando en una especie de auto duda: quién es ella y qué hace en este instante, todo acompañado con sonidos de cuerdas bastantes profundas y hasta cierto punto abrumantes.

Sin querer seguir un orden de pista por pista, pero en este caso para los primeros dos temas si se hará, continua ‘Floating on a Moment‘, el sencillo inicial del álbum. Acá encontramos una dura analogía sobre el inevitable destino que es la muerte, pero musicalizado con una bella guitarra tan cruda que cada acorde, acompañado de los instrumentos de viento, se siente como si fueras su compañía en ese camino sin retorno.

Pero la agonía pesa más

La actitud desoladora de Beth ha sido característica en sus letras y trabajos, nuevamente nos vuelve a dar indicios de una visión un tanto fatalista en ‘Rewind‘ con la frase: «ahora que nos hemos divertido, es hora de reconocer el daño», además de proponer conductas de una desgarradora dependencia, siempre ambigua, pero elevándola paulatinamente con unas poderosas trompetas en ‘Reaching Out‘.

No puede existir la introspección sin una dosis de dolor, en este caso es un dolor agotador y permanente, ‘Oceans’ contiene un abrumante verso donde Beth hablan de sumergirse en el océano, en la profundidad, donde abajo no existe el miedo, este nivel de aflicción es impresionantemente encantador, un tema que te envuelve en una densa caída, justo como si te hundieras en el agua.

En ocasiones las perspectivas de vida de las personas favorecen a una ideología donde todo es un constante cambio y la evolución es una característica que, aunque no lo queramos, debe estar presente en nuestras vidas, para ‘Lost Changes‘ Gibbons realiza un montaje pasional y emotivo, donde el principal aspecto es cantarle a un amor y el recordar cómo solía ser para ella todo ese ámbito.

En Lives Outgrown (2024) vivimos un viaje personal de la mano, o este caso de la voz, de Beth donde inicia planteándose una identidad, procede a sobrellevar ese dilema existencial cuestionándose los inicios y finales en las relaciones interpersonales.

Gibbons sufre altibajos amorosos, nos pone en su perspectiva de cómo sobrellevar los procesos depuradores y finalizar con una oda esperanzadora y sanadora, todo acompañado con arreglos de cuerdas, folk y matices arábigos, experimentación que se pondría en duda en cualquier otro artista, pero que a Gibbons le va perfecto, entregando un debut soñado.