Los20del23: 11: JUNGLE de The Blaze

Cada vez que un proyecto musical francés cobra relevancia en la escena musical internacional suele ser comparado con el histórico dúo Daft Punk, desde Justice, Yuksek o recientemente L’Impératrice. Mantener altas expectativas en ocasiones generan efectos contrarios a los esperados y terminan por imposibilitar su desarrollo musical.

Sin embargo, desde su irrupción en 2017 con su magnífico EP TERRITORY (2017), los primos Alric se presentaron al mundo con una idea sonora distintiva única, una producción cinematográfica tanto en videoclips como en shows en vivo y crearon un poderoso vínculo que une imágenes y sonidos en perfecta armonía.

La pregunta sería si el dúo francés sobreviviría al fenómeno del «segundo álbum que estanca carreras», o si éste sería mejor que su aclamado debut con el cual conquistaron los escenarios durante una gira de casi cinco años.

Renovarse o morir en el olvido

Nunca es fácil desprenderse de un sonido que logra catapultar a un proyecto, pero es más difícil mantener dicho distintivo esperanzador y sonoro mientras renuevas una narrativa. Con su experiencia adquirida este tiempo, The Blaze logró conjuntar la sensibilidad con la que sorprendieron al público muy específico y agregaron piezas nuevas para cautivar a más gente.

Desde su apertura con ‘LULLABY‘, los franceses nos invitan de nuevo a su mundo y dejan claro que no soltarán ese poder emocional y nostálgico de lado, al contrario, explotarán dicho recurso al máximo con un fino sonido del piano y coros vocales dulces. Sin duda una gran introducción para lo que se viene.

En ‘CLASH‘ apreciamos un fuerte componente introspectivo al preguntarse constantemente «is this the right time to battle?» mediante un coro lo suficientemente pegadizo, una fuerza emotiva se apodera hasta concluir que, efectivamente, estamos justo en el momento adecuado.

Himnos alegóricos bailables sobre el sentir humano

Al escuchar ‘DREAMER‘ por primera vez podemos comprender por qué lo eligieron como su sencillo más poderoso ya que básicamente aquí es donde en realidad comienza esta travesía al cantarnos «open the gate of love to make the stars glow«.

El sonido de los teclados, el bajo que se esconde con timidez a lo lejos y la voz tan clara indistintiva a las procesadas tradicionalmente por el dúo francés se unen en un gesto lleno de parsimonia que logra sacudirte y hacerte bailar por primera vez de manera impecable.

El álbum vive dentro de una especie de atmósfera repleta de beats intensos, una niebla musicalizada por voces distorsionadas y altibajos tanto en los ritmos como en las melodías, pero a pesar de todo eso evocan un espíritu demoledor. Este es el caso de ‘MADLY‘, donde se percibe la primera oleada de oscuridad en su sonido, con tintes bailables electro-industriales y un sintetizador vibrante.

Por otro lado, hay tracks que son un apapacho al alma y una caricia al corazón, como ‘LONELY‘, ‘HAZE‘, SIREN‘ y ‘BLOOM‘ estas albergan una personalidad alegre, más bailable y funcionan como un puente hacia el clímax final. Además, estas pistas funcionan para escucharlas en tus audífonos al estudiar/trabajar o hasta para salir a correr y mantener el ritmo con su intensidad.

Un sonido elegante que contagia

EYES‘ está hecha a imagen y semejanza de The Blaze, es sin duda la canción más bailable de todo el álbum y la que más cercana se siente a su álbum predecesor en todos aspectos tanto líricos como sonoros. La voz distorsionada, la nostalgia del verso principal que repite «this feeling is love» y suena tan nítido mientras el drop te transporta al mundo disco de los franceses.

El álbum cierra con ‘DUST‘ y funciona perfecto como una despedida, los BPM bajan lentamente, el sintetizador nos da la calma y el frenetismo del viaje musical que recién vivimos se siente como el llegar a casa después de unas intensas y memorables vacaciones.

No es el mismo cansancio que te deja el cuerpo pesado, sino el cansancio que te lleva a sentirte en paz y sabiendo que disfrutaste al máximo sin dejarte nada.

Como curiosidad, la portada del álbum es una fotografía aérea de la capital mexicana tomada por el mexicano Pablo López Luz desde una avioneta. Esta pertenece a su serie Terrazos y es otro pretexto para agregar dicho álbum en lo mejor del año.