El sueño onírico de ver a Wild Nothing en Guadalajara
Fotos por Edson Wong (@vvong_).
La música tiende a ser un susurro que resuena en la mente una y otra vez, evocando imágenes de momentos perfectos, casi irreales, donde el amor se convierte en un refugio, haciendo del amor un paraíso.
Así se siente escuchar la música de Wild Nothing, sus canciones te sumergen a un lugar donde los sentimientos no tienen límites y las emociones fluyen libremente; y a su vez, esas mismas canciones nos hacen recordar que, aunque el amor puede ser complejo y a veces doloroso, en su forma más pura y utópica, es un paraíso en el que todos quisiéramos permanecer, ya sea por un momento, o en la duración de una canción; además, su característico dream pop, han creado un espacio donde la nostalgia y la belleza se entrelazan.
El inicio del sueño lúcido
El pasado jueves 22 de agosto, el C3 Stage en Guadalajara fue el escenario en donde pudimos presenciar por primera vez a Wild Nothing y donde fuimos testigos al vivir un sueño hecho realidad; sin duda alguna fue una noche muy especial y llena de nostalgia para todos los presentes que acudieron al show.
La noche arrancó en punto de las 20:00 hrs con Ciudad Fantasma como banda invitada, la cual es una propuesta musical tapatía que fusiona elementos del rock alternativo y el dream pop, con una energía suave y cautivadora, se encargaron de crear un ambiente muy ameno y preparar el terreno para lo que se venía.
Poco antes de las 21:00 hrs, Ciudad Fantasma se retiró del escenario para que Wild Nothing pudiera dar inicio tocando ‘Nocturne’ y sorprendernos con tremendo show.
Onírico y nostálgico
Wild Nothing navegó por su discografía, llevándonos de la mano desde los temas como ‘Gemini’, ‘Live in Dreams’, ‘Paradise’, ‘Letting Go’ hasta los cortes más recientes de Hold (2023). Cada canción era un guiño a momentos específicos de nuestras vidas, y con cada cambio de ritmo, la intensidad crecía, haciendo que todos nos sintiéramos parte de algo más grande, algo tan genuino que era fácil de poder sentir.
La atmósfera del concierto fue íntima y acogedora, casi como si estuviéramos en una reunión de viejos amigos con Jack Tatum, el cerebro detrás de Wild Nothing, liderando la conversación con su música.
Desde el primer acorde, las melodías envolventes nos sumergieron en un mundo de ensueño, y los visuales oníricos que acompañaban cada canción solo intensificaron esa sensación de estar flotando en otro plano. Fue un viaje nostálgico, pero también un recordatorio de por qué Wild Nothing sigue siendo una banda tan relevante hoy en día.
La intimidad en los tiempos masivos
Aunque no fue un show masivo, la conexión entre Wild Nothing y el público fue palpable. Cada canción resonaba con la misma frescura que cuando las escuchamos por primera vez en 2014, y ver a Wild Nothing en vivo, en un entorno tan íntimo, fue la oportunidad perfecta para reconectar con esos sonidos que nos acompañaron durante una etapa tan significativa de nuestras vidas. Sin duda, una noche para recordar.
Con un setlist de 19 canciones, Wild Nothing nos brindó un concierto que fue más que un simple show; fue un viaje directo a los recuerdos y a la nostalgia. Jack Tatum y compañía no solo subieron al escenario para tocar, sino que nos envolvieron en una atmósfera donde nos dejaron muy en claro el por qué el dream pop sigue siendo la banda sonora de nuestras vidas.
En un mundo donde la música puede ser un refugio, hay pocas bandas que logran construir un universo tan inmersivo como lo es Wild Nothing.