Vanessa Zamora en el Lunario: El ascenso y la caída de la Dameleona

Txt por Ernesto Cruz (@joernie9607).
Ph por Daniela Méndez (@la.danisela).

Cuando se trabaja en la industria musical, es vital desarrollar el sentido de la intuición. Saber dónde estar y a qué hora llegar para presenciar los acontecimientos -y a las personas- que pueden redefinir el curso de las cosas. Lo ves venir y algo en el pecho te dice que debes estar ahí para realmente entender su magnitud.

El rock ha vuelto. El que durante diez años fue más bien estandarte de la intolerancia y el conservadurismo, renovó sus valores y recuperará terreno en medida de que recordemos que hay inquietudes que las pistas de baile, para bien o para mal, no pueden resolver: La reflexión introspectiva… Un corazón en llamas… Desamores que duelan hasta el tuétano…

Pero así como renovó sus valores, también necesita darle entrada a nuevos personajes principales. Por eso fui al Lunario: para confirmar que Vanessa Zamora sea todo eso que sentí al escuchar ‘Malas Amistades‘ y al verla montada sobre un amplificador, con la euforia disparada, cuando se presentó en el Vive Latino de este año.

Como ella misma dijo: Fue su show más grande en la CDMX y por lo tanto, uno de los más importantes de su carrera. Fue un concierto especial y no solo por el hecho de que todos por naturaleza deben serlo; sino también porque lo planteó como el marco de celebración de dos sucesos muy relevantes: su cumpleaños y la presentación en sociedad de DAMALEONA (2022), su nuevo disco, su nueva era y su nueva ella.

Dameleona

Oscuridad absoluta en la sala. Unos lásers púrpuras cruzan en diagonal para formar prismas irregulares que nos hacen sentir en la antesala de un universo efervescente, de fuegos y marrones donde las virtudes y los miedos no temen convivir. Una nata de luz roja envuelve todo el escenario y ahí está ella: subida en una plataforma, con dos baquetas y un bombo volteado. Todos sabemos lo que va a pasar. Se escuchan los golpes contra el tambor mientras los otros instrumentos van in crescendo. 

A partir de ese momento, Vanessa juega al ying y al yang con su repertorio: Por un lado, sus hits del pasado, caracterizados por un sonido jovial, nutrido de recursos electrónicos y letras que construyen el coming of age de su entorno. Luego está todo el material -prácticamente inédito- del DAMELEONA (2022), con texturas muy cercanas a los 70s y un relato crudo del viaje al infierno que significa tener el corazón roto.

Como aquellos DVDs con comentarios de la dirección sobre el proceso detrás de algunas escenas, Vanessa hacía pausas largas entre track y track para desglosar el móvil que la llevó a componer cada una de esas canciones, sobre todo las nuevas.

«Para salir del hoyo, antes hay que morir varias veces».

«Es que a veces existir está culero».

Desnuda a nivel de discurso, la conexión entre esa faceta luminosa y la otra más sombría fue su performance sobre el escenario: fiera, voraz, con ganas de comerse a todos, sin importar si éramos los 1000 asistentes del Lunario o los 20 mil del Madison Square Garden. 

Su banda, impecable, le permitió ser el rock n’ roll en estado puro: se metió entre el público, se le vieron ganas de romper su guitarra y hasta se equivocó de tono y de tempo; porque el rock no es perfecto y esa es la mejor de sus cualidades.

Ascenso

Enfundada en ese look que la caracteriza de un tiempo a la fecha, con un conjunto de estampado llamativo que por alguna razón tiene la misma energía de las pijamas de seda, su cabello a dos colores dividido justo por la mitad, unos Air Max 90 y las gafas cromadas que reflejan todo, el tótem de esta faceta en su carrera y que también aparecen en la portada de DAMALEONA (2022). Y los visuales, influenciados por la estética psicodélica que permeo la cultura popular hace 50 años.

Hubo cuatro momentos particulares que ayudan a entender los matices de Vanessa a largo de este show:

Uno de ellos llegó cuando Sabino se apareció por ahí para soltar ‘No Jaló, un corte colaborativo muy divertido que detonó la energía del público en una intención opuesta a la que iba el concierto. 

El segundo, cuando tocó ‘Colores’, la canción que le dedicó a su mamá a manera de agradecimiento por haberla salvado de la oscuridad y que en su interpretación, con ella acompañada únicamente por su guitarra acústica,  adquirió el poder de una balada de cuna. 

El tercero fue la catártica ‘Solegrande’, su himno a la soledad y al amor propio que entre el baile y gritos de guerra nos recordaron que las cosas -tarde o temprano- siempre vuelven a estar bien.

Y finalmente, ‘Contracorriente‘. Uno de los tres tracks del nuevo disco que ya nos dio a conocer en el primer bloque del lanzamiento. A lado de lo que ella describió como «uno de los grandes amigos que hizo en el viaje de Dameleona», empezó como una pieza íntima y reveladora a la que el resto de los músicos se unieron uno a uno hasta lograr un final épico. Nada va a hacer que te dejé de querer.

Escribir sobre este disco adquirió una tarea ineludible: la reacción a todo el material que lanzará en lo que resta del 2022 hasta completar DAMELEONA (2022). Y falta de las versiones de estudio, podemos decir que es material con potencial de álbum del año. Elementos del soul, del folk, del blues, del funk y del pop para darle vida a un disco de rock en todo el sentido de la palabra.

Siempre en el afán de aumentar su intensidad. Las comparaciones pueden ser odiosas; pero para referenciar con claridad está conclusión, es como si Carole King le escribiera canciones a un Funkadelic con arreglos orquestales. Sin exagerar. Con esa pluma certera, cruda y sin florituras que la caracterizan desde siempre. 

¿El show? El punto y aparte en su historia… Uno que se pulirá con horas vuelo hasta convertirse en la experiencia musical de una auténtica rockstar de la nueva generación: de fábulas con psicoactivos, odas lésbicas y Tijuana. Vanessa Zamora, la DAMALEONA (2022), está aquí.