Porter: Historia de una banda evolutiva y narrativa, un repaso por su discografía
Txt por Andrés Cassini.
Ph por Edson Wong.
El proceso de innovación, renovación y evolución que ha tenido Porter es uno envidiable para las actuales y próximas camadas de música nacional, esto viéndolo desde el valor narrativo y cultural del proyecto como tal porque estamos ante uno de esos casos que no se ven frecuentemente.
No lo digo por decir, es que Porter se ha manifestado como un ser cambiante, de distintas épocas; atemporal pero fijo en su objetivo a resaltar a corto plazo, sin olvidar el del largo. Con cada disco, viene una evolución diferente. Con cada disco, viene un concepto diferente. Conceptos que, de verlos de manera cronológica, muestran una camino narrativo sobre cimientos bien establecidos.
Desde lo etéreo y místico de Donde Los Ponys Pastan (2004), la experimentación y consolidación sonora del Atemahawke (2007), hasta la mexicanización y nuevo comienzo con Moctezuma (2015) y la mirada filosófica y de muerte de Las Batallas (2019). Todo desemboca en una mirada catártica hacia el pasado. Con nostalgia, sí, pero con una mirada fija hacia un verdadero punto y aparte.
La Historia Sin Fin (2022) recapitula todo lo aprendido en casi veinte años de carrera de Porter. Es un buen checkpoint para seguir avanzando. El primer arco argumental de esta historia se cierra acá. Pero habrá que revisitarlo, paso por paso, para comprender la historia, evolución y trascendencia de Porter en el actual imaginario colectivo.
Donde los ponys solían pastar
Han pasado 18 años desde el debut del cuarteto; en aquel entonces, con una mirada distinta, prolija pero sobre todo ambiciosa. Un EP llamado «raro» en su momento, pero que sin quererlo sentó las bases de una nueva manera de ver el rock en GDL y en México por aquellos años. Para Porter, hablar de Donde Los Ponys Pastan (2004) es voltear a cuando las ganas comenzaban.
«Es curioso y chistoso ver las ganas que teníamos en ese entonces de comernos al mundo y de hacer las cosas», comentó Bacter, «revisitar este disco es volver a ver esa inocencia que sentíamos al sentir que éramos otras bandas ya consolidadas, y está muy chido darte cuenta que lo que realmente era un juego se convirtió en todo esto».
«Todo le surgió a Porter de manera orgánica», dijo el bajista de la banda, porque sí, ha sido un crecimiento escalonado, y ese primer escalón les sirve actualmente como motivación: «Lo que más me gusta de este ejercicio mental es que esos primeros pasitos me dan la inspiración de seguir caminando y chingándole, los nuevos capítulos de la serie»
Atemajac y el soundtrack de una generación de tapatíxs
El segundo disco llegaba cuando lxs ahora treintañerxs iban en la prepa; es raro encontrar a alguien nacido o crecido en GDL cuya etapa estudiantil no haya estado marcado por este disco, el más experimental de la banda y también su inicio en un raudo viaje: «Atemahawke (2007) es un disco muy fantasioso que describe una juventud, un pleno desarrollo», dijo Fer, guitarrista del cuarteto.
«Lo que he aprendido en este tiempo es que los resultados de un disco se pueden mirar cinco años después de que fue estrenado», añadió, «cuando nosotros hicimos este disco teníamos 24, 25 años, y le pegó a chavxs de 18, 19. ¿Me doy a entender? La música es como el vino: Cuando se va añejando, va tomando más cuerpo».
Porter se considera enajenado de la actual composición y convicción de la música: «Ahorita la música que se está haciendo pega un par de semanas, la ves en los charts, en TikTok, la bailas en un antro y ahí queda. Siento que esto no es algo que pase en música como la nuestra, en el alternativo, porque cuando se hace música con cariño, se siente. Se va sembrando esta semillita, va generando ideas, y va generando sentimientos y apego».
Velasco y la visión mexica
Acá es donde la experimentación toma un rumbo distinto, pues el cambio de vocalista supone un cambio radical en la agrupación, pero no de esencia ni identidad, porque esa sigue intacta. Más bien de estilo, y de raíces. Moctezuma (2015) nos transportó a la época colonial en México y nos planteó una mirada endémica de los acontecimientos.
Un disco conceptual –del que ya hemos hablado acá– que relata cronológicamente y desde los ojos de nuestros abuelos mexicas cómo fue el proceso de colonización y evangelización. Crudo, visceral, atmosférico y que sobre todo nos contó la historia que compartimos como ciudadanos e hijos de un mismo sol.
«El Moctezuma (2015) habla de nuestra historia, de nuestro pasado, e inevitablemente nos habla del presente. Este disco nos trae esa paz con unx mismx de por fin conocer el pasado y sentirnos más tranquilos».
Bacter considera a este tercer escalón de Porter una manera de comprensión filosófica del quién soy: «Estamos siempre en una tangente, y en Moctezuma (2015) descubrimos el por qué, porque es un disco que tiene mucha información y que nos llevó leer y conocer mucha historia igualmente. Enriquecedor, pero que nos hace sentir más en paz y esperar lo que viene, porque nadie lo sabe».
Proféticas voces mortales
Ya conociendo de dónde venimos, sigue el preguntarnos hacia dónde vamos. Filosofía básica que es bien adaptada desde la primer nota de Las Batallas (2019), un disco dividido en dos que fue relatando el descubrimiento propio y el desarrollo de unx en el mundo real. Cuestiones por donde las veas. Así son Las Batallas del humano consigo mismo.
«Después del Moctezuma (2015), llegaron esas preguntas humanas del qué soy y qué hago aquí. Práctico. Y si seguimos la narrativa de Las Batallas (2019) más o menos tienes una idea», comenta Bacter.
Este disco llega un par de meses previo a la contingencia mundial, al encierro y aislamiento, y aunque suene grotesco, a la muerte. Y es anecdótico verlo de esta manera porque Las Batallas (2019) trae consigo un aura de muerte y desolación. La batalla más dura del ser humano es el paso del tiempo; la rabia e impotencia de ver cómo vamos muriendo poco a poco con la caída del pelo o los dolores de rodilla.
Fue entonces cuando, sin quererlo, Las Batallas (2019) tomó un significado más particular y sombrío: «Todo es consecuencia de todo, no fuimos profetas ni mucho menos, solamente siento que sentamos algunas bases para no llegar tan vacíos y desprotegidos a esa horrible época. No estábamos preparados, pero ya sabíamos el contexto previo siquiera».
Abanico colorido y atemporal
Tantos años de experimentación y matices nos traen hasta acá. 18 años después de su debut, de su nacimiento. Cambios generacionales, de industria, de alineación interna. Porter ha sido una banda que ha resistido a muchas tempestades. Se nota. El júbilo emanado de tanta experiencia se le ve desde lejos a cada integrante, y qué mejor manera de plasmar todas estas enseñanzas que en un disco que cierra bien esta «saga» argumental: La Historia Sin Fin (2022).
Nombre que alude a un periodo cíclico, pero que resume de maravilla todo lo que han hecho en tan poco tiempo: «La Historia Sin Fin (2022) nos permite avanzar sin olvidar el camino recorrido. Llegar a un sexto disco tomando lo mejor de cada faceta y poder continuar con algo nuevo», menciona Víctor.
«Sí llega a ser nostálgico, pero más que verlo así, me gusta pensarlo como un fin y un inicio, como lo dice el nombre del álbum. Queremos seguir avanzando y creando nuevas atmósferas e historias».
Nuevas huellas
Para un sexto disco, la banda buscará sumergirse en el suelo mexicano de nueva cuenta, pero no en el pasado, ahora en el futuro como cuenta Víctor: «Quisiera hacer un estudio del sonido endémico de cada región y estado de México, de poder hacer una antología sonora de nuestra cultura, y hasta brincarnos la frontera y conocer el contexto sonoro de otras regiones latinoamericanas, que Chile, Perú, Colombia».
Ahora la banda viene llegando de la CDMX, de cerrar su show en solitario más grande en su carrera: El Auditorio Nacional. No es para menos. El primer banderazo de su gira por México y Estados Unidos. Pero existirán miles de escenarios y festivales, pero para Porter no hay nada como tocar en casa: «Lo bueno de tocar en un Teatro Diana es que podemos hacer nuestro show como queramos, sin limitaciones de vuelos, equipajes, producción y demás».
«No es como un festival, es algo más íntimo y especial, porque cada pequeño puntito que vemos en las butacas es una historia andante, una que pagó su boleto para vernos específicamente a nosotros», comenta Víctor. «Este es nuestro segundo Teatro Diana, y es de verdad muy especial».
Estamos en la misma época de una banda que no tiene época, que ha sabido adaptarse a cada cambio de una manera muy orgánica. Una banda sin prejuicios, sin estigmas y sin limitaciones creativas. Camaleónico y multicolor. Porter es prueba viviente de la experimentación y de la exploración humana en sus diferentes etapas de desarrollo.
La discografía de Porter -hasta el momento- nos invita a la reflexión, y a hacernos la a veces incómoda pregunta de quién soy, hacia dónde voy y qué hago aquí. Misticismo que paulatinamente de convierte en una filosofía y mantra de vida. Por ahí recuerdo escuchar a alguien decir que el propósito de la vida es encontrar uno como mínimo. ¿Ves? Todos estos pensamientos y sentimientos son emanados de una de las mejores discografías que tenemos en la música nacional.
El lado bueno de esto es que queda Porter para rato; estamos viendo a cuatro niños soñadores cumpliendo sus metas en su punto más álgido. La consagración personal de cada uno y la apertura a un nuevo comienzo, una práctica que Porter sabe hacer de maravilla.
Consigue los últimos boletos para el concierto de Porter en el Teatro Diana este próximo 02 de julio en Ticketmaster y en taquillas del venue sin cargos por servicio.
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