Placebo en el Palacio de los Deportes: Un apunte de la (im)permanencia

Texto por Sofía Manzano (@__sad_morrita__).
Fotos por Mon de León (@monlikesmusic).

Estar aquí y en el ahora es mucho más complejo de lo que parece porque involucra desarrollar un estado de conciencia, y por supuesto que es cansado porque tenemos que ocupar el espacio y lograr un acto de inmersión total, por lo que muchos preferimos no hacerlo, o no del todo. El pasado lunes 17 nos dimos cita en el Palacio de los Deportes para volver a compartir el espacio – tiempo con Placebo

Contemplar

El concierto comenzó en punto de las nueve de la noche, el ambiente se sentía expectante y deseoso, y de un momento a otro la atmósfera cambió. Y estrepitosamente, Brian Molko y compañía salieron al escenario.

Previamente a la irrupción de la banda, en los parlantes se reprodujo una consigna donde se les pedía a todxs les asistentes que por respeto y consideración no sacarán sus celulares para grabar el concierto. Uno de los argumentos que respaldaban la petición —el cual me hizo sentido— es que teníamos que vivir el acontecimiento que no se iba a repetir.

Asistir no es lo mismo que experienciar, y la mayoría de presentes propiciaron otra forma de entender y vivir el recital, ocupando el espacio y relegando —casi todo el tiempo— el dispositivo móvil.

Experimentar

El acontecimiento sonoro sólo sucede una vez, y no vuelve a emularse jamás. Incluso al tener una grabación no se atrapa y encapsula en su totalidad ‘ese’ momento. Eso debería tenerse siempre en consideración: aunque se vuelva a ver a la banda las ‘n‘ veces que sean, nunca será lo mismo. Ahí radica la magia de la música tocada en vivo. 

Y Placebo lo sabe: la alineación es conocida por no ser —taaaan— complaciente con sus seguidores. Por lo que era de esperarse que se apegaran rigurosamente a presentar su último trabajo discográfico cómo lo anunciaba la gira proyectada. Debido a ese posicionamiento, durante el primer gran bloque se desplegó Never Let Me Go (2022) para la audiencia.

Su capacidad para perdurar en el gusto del público durante todo este tiempo se debe, en parte, al impacto de la banda en cada unx de sus escuchas tanto en lo afectivo, lo experiencial o desde la identificación. El concierto transcurrió cómo se esperaba, el público se entregó en su totalidad con cada rola, y al menos en la zona de pista, todxs se movían al unísono. Mientras que en gradas la banda se levantó de su asiento, y fue sorprendente y satisfactorio ver cómo se apropiaron del espacio asignado, más allá de permanecer sentado en una butaca.

El fenómeno sonoro — musical quedó evidenciado gracias a un percance técnico. Stefan Olsdal se alistaba para sentarse frente a un piano blanco cuando se dio cuenta de que algo no sonaba del todo bien. 

Pausar

La banda decidió tomar un tiempo-fuera, y durante ese lapso la audiencia se encargó de hacer más entretenida la espera. Flashes de celulares comenzaron a iluminar el Domo de Cobre —y para regresar al pasado momentáneamente— y no extrañar tanto la época donde los encendedores alumbraban los recintos. La ‘ola’ se emuló de izquierda a derecha, y luego de derecha a izquierda en la sección donde los asistentes se encontraban sentados.

La falla técnica inesperada nos recordó que esos sucesos son lo que nutren una presentación en vivo, lo que genera una reflexión sobre la impermanencia. La banda regresó para continuar con el show, y no decepcionó. El setlist siguió como se tenía previsto ‘Try Better Next Time’ y ‘Went Missing’ al final sí se interpretaron, sólo hubo un cambio en el orden de aparición. 

El performance sobre el escenario de Molko es bien conocido porque lo ha incorporado a un posicionamiento identitario. El cambio y la transicionalidad de los procesos sonoros – musicales es algo característico de la banda.

Cambiar

Estar abierto al cambio, y ser consciente de que nada es para siempre nos brinda la posibilidad de experimentar totalmente el acontecimiento, y volverlo significativo —para cada uno de lxs escuchas—. La presentación realizada en el Lunario no sería equiparable a lo que vivimos en el Palacio, aunque no hubo variación en el setlist y algunos escuchas asistieron a los dos conciertos. Simplemente, son experiencias diferentes aunque Placebo sonó en ambos actos.

La expectativa nunca se suprime totalmente, y varixs de nosotrxs esperábamos las canciones más significativas y representativas de la trayectoria de la banda. Sin embargo, de lo bueno poco: ‘Song to Say Goodbye‘, ‘Come Undone‘, ‘The Bitter End‘ e ‘Infra Red‘ retumbaron esa noche.

Y volviendo a la permanencia (a)temporal; existen canciones lanzadas a ese amplísimo panorama musical que simplemente marcan o dinamitan algo en quién produce y escucha. Eventualmente, siempre se regresa a ellas.

Esa noche ‘Shout‘ y ‘Running Up That Hill‘ versionadas por Molko y Olsdal nos brindaron la posibilidad de escuchar y rememorar tiempos que ya no van a regresar porque la impermanencia siempre nos rebasa lo queramos o no. Aunque nos mantengamos renuentes al transcurso del tiempo, al cambio y al tener que permanecer en el aquí y el ahora.