The Smile en el Auditorio Nacional, la sonrisa de quien usa jazz, soul y ambient para engañarte

Texto por Alddo Fernández (@notalddo).
Fotos por Liliana Estrada (@liliestradamx).

No hay nadie en el escenario aún, se puede contemplar la amplia instrumentación que despliegan; una batería con varios shakers, estaciones con variedad de sintetizadores, un piano vertical, un arpa, un arco para violín, diferentes bajos y guitarras Gibson, Fender Telecaster y Mustang que se irán rotando con un montón de amplificadores. No parecería que fueran solo tres músicos los que van a salir a deleitarnos.

The Smile tiene preparada una curaduría de música que fluye antes de su presentación, con canciones como ‘Eternal Loop‘ (Sam Gendel), ‘Bongo Man‘ (Count Ossie & The Mystic Revelation Of Rastafari), ‘Soft Rocks With Socks‘ (Parris), entre otras.

Estas piezas musicales preparan un ambiente relajado, tranquilo, casi meditativo. Aunque todas las luces siguen encendidas, es evidente que el espectáculo ya ha comenzado.

A las 21:00 hrs en punto, Tom Skinner, Jonny Greenwood y Thom Yorke hacen su entrada al escenario con ‘The Same‘, ‘Thin Thing‘, ‘The Opposite‘ y ‘Speech Bubbles‘. En esta última canción, Jhonny toca el piano con una mano y el arpa con la otra. Es un comienzo que se funde perfectamente con la curaduría previa. Están ejecutando una música muy especial, melodías sublimes, arpegios exquisitos y ritmos jazzeros suaves.

Orquesta cínica

Hasta ahora, todo va maravillosamente bien. Es un material meticuloso y cautivador, pero esto va a cambiar a medida que el espectáculo avanza. No es casualidad que la banda haya adoptado el nombre de la frase de William Blake: «There is a smile of love, and there is a smile of deceit» (Hay una sonrisa de amor y hay una sonrisa de engaño).

Eventualmente, llevan el set a un estado más estruendoso con una fuerte presencia del ruido de las guitarras post-punk, lo cual contrasta con las canciones jazzísticas y espaciales del inicio.

El clímax llega con ‘You Will Never Work in Television Again‘, un momento culminante incendiario que deja a la multitud prácticamente en éxtasis antes del encore, durante el cual presentan algunas canciones nuevas.

Es un espectáculo impresionante, como era de esperarse. Son compositores nominados al Premio de la Academia, un baterista de jazz nominado al Mercury y, bueno… cuentan con todos los recursos que Radiohead tiene en su arsenal.

Y es que ahí radica el tema. Si Radiohead fuera simplemente una banda en lugar de ser un estilo de vida, si Thom y Jonny fueran solo músicos y no celebridades, este habría sido un espectáculo más íntimo, en un lugar menos grande, incluso sería sorprendente que hubieran venido.

Afortunada o desafortunadamente, ese no es el caso y gracias a ello más de 10,000 personas asistieron a las 2 fechas que ofrecieron en Ciudad de México.

Después de tocar durante 65 minutos y un encore de 30 minutos, la banda agradece y se despide, pero de alguna manera el espectáculo no ha concluido. Mientras todos vamos saliendo, la curaduría musical regresa con ‘Peace Piece‘ (Bill Evans), una improvisación de piano que nos devuelve suavemente al contexto.

Con las luces encendidas, puedo observar cómo la gente se abraza y charla sobre lo que acaban de presenciar, con la sonrisa de quien se deja enamorar por la creación de genuinos artistas que no dejan de producir música nueva.