11. Reseña de Renaissance (2022) de Beyoncé

Hace meses que no escuchaba un álbum de principio a fin, sin reproducirlo en aleatorio, y que logrará dislocar mi percepción temporal. La última producción de Beyoncé Giselle Knowles-Carter, Renaissance (2022), es sumamente propositiva debido a que apuesta por la retromanía que, en palabras de Simon Reynolds, es la adicción del pop a su propio pasado.

Sin embargo, consigue conjugar magistralmente todos los objetos sonoros que son conmemorados, citados y vertidos en un gran palimpsesto sónico; que debe de ser escuchado escrupulosamente mientras se disfruta con cada parte del cuerpo.

Mientras se reproducían en mis audífonos cada una de las canciones y entraban por mis oídos a mi cerebro fue inevitable no pensar en las declaraciones de Brian Eno respecto a la música digital. Citando -o algo así- a Reynolds, en uno de sus libros donde se explaya y contextualiza a la música electrónica, el sampleo, la psicodelia digital y el paisaje sonoro; y como estos se interconectan.

Simon, en dicha obra, también refiere las sentencias de Brian respecto a este «tipo» de música; la cual contiene en sí misma algunas limitaciones inherentes a la música clásica orquestal cómo lo es su organización jerárquica de las instrumentales en la mezcla, su sentido rígido del tono y los ritmos regidos por el tempo del director.

Cozy with who I am

La música clásica es la música sin África”. Brian Eno establece una dicotomía evidente donde también incorpora y problematiza la relación de las máquinas con el ser humano. “El problema con las computadoras es que no hay suficiente África en ellas. Un nerd es un ser humano que no tiene suficiente África dentro”.

Él aseguraba que los productores de house y techno, entendidas como músicas digitales, serían esclavos de sus máquinas como nosotros lo somos de todas los dispositivos que usamos cotidianamente. Sin embargo, este músico siempre apostó por el polirritmo e incorporó procesos y técnicas innovadoras para el desarrollo de la música digital.

Personalmente, no concuerdo con Eno, ya que la tradición ha limitado el entendimiento de «lo musical» y su creación. El uso de máquinas para generar música no me parece una forma de supeditarnos a un sistema y a un solo funcionamiento; más bien, nos brinda posibilidades infinitas que están latentes —siempre y cuándo— se sepa accionar con imaginación y creatividad.

La música dance -EDM- funciona bajo dos preceptos inequívocos y estrechamente relacionados: “Lo musical” y “lo mezclable”. Utilizando como medio y pretexto los raves al igual que la fiesta para conectar y compartir esta música que es generada a partir de herramientas, técnicas y máquinas de uso prosaico con los escuchas; y que en el proceso construye significaciones al igual que vínculos entre productores, músicos y DJ’s con el fin de potenciar su diseminación. La música dance tiene un carácter transmusical.

Sin embargo, comparto la idea de Kodwo Eshun: “Demasiada especulación mata a la música dance, la intelectualiza hasta dejarla sin vida”. Renaissance (2022) logra descoyuntar, reconstruir y evidenciar un proceso donde la música ha sido el factor crucial para entender el entramado social, cultural y político.

Alien Superstar

En este álbum se vierten varias décadas de sonido; y se fusionan al interconectar elementos y soundmarks del rock, jazz fusion, funk, groove, jungle, disco, swing beat, soul, electro, hip-hop, dembow, house, acid, drum’n’bass, techno y dub -la música digital-.

A su vez, trastoca y transgrede la temporalidad al ser un álbum «circular» que nos obliga a entenderlo y sentirlo como un flujo ininterrumpido que nos invita a tener una escucha atenta de los tracks en orden de aparición -supongo- debido a la continuidad de la misma sonoridad que es construida, y a la narrativa que nos infiere.

Reynolds sustenta que gracias a la fonografía -concerniente al uso y técnicas de grabación- se pueden evocar diferentes épocas, géneros y lugares a partir de la superposición de capas de sonido con el fin de detonar un «pseudoevento» que altera el tiempo, y que también refiere a ciertos espacios psicoacústicos. Es decir, el sonido puede hacer magia, las ritmáquinas -máquinas que generan música-, como el sampler, pueden lograr un ‘viaje en el tiempo’. No obstante, no ignoremos que la música producida por máquinas no nos separa o aleja de nuestras emociones, más bien las intensifica.

Las sensaciones, los sentidos y cómo percibimos los estímulos se pueden potenciar con un artefacto o dispositivo que se añade al cuerpo humano. Expandiendo la definición de tecnología, claro está.

El álbum de Beyoncé muestra cómo, actualmente, persiste una red sónica interrelacionada a partir de las ritmáquinas, los artefactos que logran conectar a Reino Unido con Estados Unidos, América con África y el Caribe con Europa.

Pensemos en la música dance como un rizoma transcultural; una imagen de pensamiento con sus quiebres y uniones, más allá de la monocultura del tiempo lineal, y que también apuesta por incorporar microhistorias y mitos sin importar el lugar geopolítico de procedencia.

Summer Renaissance

Es innegable que el hip hop, el Techno y el House son globalmente populares gracias a las ritmáquinas porque conectan tiempos y también los desencajan. Gracias al sampler se puede tomar lo conocido y convertirlo en algo extraño, pero dejando todavía un rastro apenas reconocible y perceptible.

El sampleo que más me llamó la atención fue ‘I Feel Love‘ de Donna Summer, una cita explícita de un ícono de la música actual a quién fuera la reina de la música disco. Sin ignorar que en todo el álbum se aprecian otros sutiles guiños sonoros a otrxs músicxs, sólo es cuestión de escuchar luego rastrear para identificar. Al recombinar para elogiar, se termina elogiando algo que apareció hace treinta o cuarenta años.

No obstante, la música no debe de ser interpretada únicamente en términos históricos, políticos y sociales porque frena su poder y limita su sonoridad. Beyoncé es una figura importante que ponderó y antepuso sus motivaciones y recursos para accionar la memoria sonora, histórica y afectiva de la diáspora afro.

La música afrodiaspórica y su incorporación paulatina a la Historia Oficial del Arte se dió pese a las tergiversaciones. Asimismo, la música puede considerarse como aquel arte que puede ser reconfigurado, subvertido y recombinado gracias a la técnica.

En Renaissance (2022) se utilizó a la techné como eje conductor para revisitar a esos archipiélagos sonoros las distintas músicas afrodiaspóricas,  también entendidos como géneros musicales. Pero sobre todo, para comprender que también escuchamos con la piel, y con todo el cuerpo, no sólo con los oídos.

El futuro es la mejor guía para el presente que el pasado debido a que nos da pauta para construir ficciones que ayudan a evidenciar la falsedad o manipulación de los discursos y la narrativas. Un ejemplo contundente es lo que propició el Afrofuturismo.

«La música de hoy ya es más conceptual que en cualquier otro punto de la historia, está equipada con sondas de pensamiento que sólo esperan a ser activadas», dijo Kodwo Eshun. Sólo se necesita un estímulo para dinamitar toda la información incrustada en lo sónico, para catalizar otros fines no esperados. Sin embargo, no puedo inferir algo más del Renaissance (2022) porque a veces la música habla por sí sola.