#CoberturaCassini Tame Impala en el Telmex: Neo-psicodelia, energía y una necesaria renovación del concierto en GDL

Parece incierto pensar que hace apenas dos meses tachábamos de falsa la noticia de que Tame Impala tendría tres fechas en México, y encabezando dos festivales masivos, ¡en pandemia! Y más aún, que se presentaría en Guadalajara como la única fecha en solitario de la banda. Excelso, sorprendente pero ciertamente necesario.

Tame Impala estaba de vuelta en la Perla Tapatía después de encabezar el Corona Capital GDL en 2019, aquel show dejó con ansias a la ciudad por lo visto, y a todo el país; miles de asistentes se postraron frente al escenario del Auditorio Telmex, cientos ni siquiera eran de Jalisco: Alcancé a escuchar el «a ver cuánto nos cobra el Uber al aeropuerto» o «mañana vamos a conocer Tonalá, he escuchado que hacen vidrio soplado por allá».

La cercanía entre el público y la agrupación se sentía desde antes de iniciado el festejo, y más tomando en cuenta que algunos veníamos de verlos en Pa’l Norte, por lo que había una comparativa por comprobar -espera la próxima #IntraCassini donde abordaremos esto en su totalidad-.

La puntualidad es un rasgo que ha definido al Telmex, y aquel frío miércoles de noviembre no fue la excepción. Luego del acto abridor de Sailawway y un breve «intermedio», Kevin Parker y su banda desembarcaron un carrusel de emociones dentro del íntimo domo que se creaba en el Auditorio Telmex.

One More Year

La apertura con ‘One More Year’ me dio una sensación de nuevo comienzo; quizá motivados por el contexto pandémico, quizá por el regreso a los conciertos masivos en Guadalajara, porque hagamos memoria y este fue el concierto más grande e importante que ha tenido la ciudad desde el inicio de la pandemia en occidente. Desde este comienzo de set presentí que el concierto tendría un desarrollo escalonado y progresivo: No me equivoqué.

El aro de luces adornó la escenografía del show, pero no fue hasta casi la mitad del acto que comenzó a hacer una aparición casi protagónica, claro, sin dejar de lado sus esporádicas manifestaciones a forma de tenues luces que iban de acuerdo al color o gama del mismo en cada canción.

Este tipo de detalles se aprecian bastante, el darle una conceptualización visual y un juego de luces a cada canción no es algo que pasen en todo tipo de conciertos, además, se aprovechó de gran forma la gran pantalla que el Auditorio tiene en su tarima principal, y sin restarle el detalle de las dos pantallas laterales, inutilizadas en este show, los visuales fueron lo destacable de la noche.

Popurrí de psicodelia

Para los fans de más antaño y hasta para los más recientes. Era claro que las canciones de The Slow Rush (2020) abundarían, y no es queja. Es posible que para los más puritanos lo anterior fuese un problema, pero al tener canciones como ‘Alter Ego’ o ‘Apocalypse Dreams’ se pudo haber solventado la deuda con aquellos más exigentes.

La euforia de las primeras filas se desbordaba a través de ondas sonoras por las vibrantes gargantas de quienes nos encontrábamos en la sección. No existió nada más que Tame y nosotros, además de un mundo lleno de colores y sonidos envolventes en la perfecta acústica del Auditorio. Gran elección de venue para esta esperada y gratificante visita de la banda.

Los Vans Old Skool predominaron el miércoles 17, además del maquillaje inspirado en Euphoria y distintos tutoriales de TikTok. Fue un buen desfile de grandes outfits y vestimentas estrafalarias, además de coloridas y llenas de júbilo, y se daba a notar por la gran cantidad de asistentes que no superaban los 25 años.

En retrospectiva final, y como comentario puramente personal: Hacen falta eventos de esta magnitud y calibre en Guadalajara. Se dejó en claro con Tame Impala en el Telmex que el precio del boleto no está peleado con la calidad del evento. $1100 el boleto más caro, en el Telmex, con una bandota como lo es Tame, no se ve en ninguna otra parte, un gran acierto. Y no solo hablando de dinero este concierto marcará una pauta, también en el mismo comportamiento de los medios y los asistentes.

Fuimos quienes realmente debíamos ir, quienes estuvimos realmente interesados y quienes estuvimos dispuestos a esperar años por ver por primera vez a Tame Impala en solitario en Guadalajara. Tenía bastante tiempo sin disfrutar tantísimo un concierto, y esto radica en la energía de la gente, la cercanía de la banda, la misma calidad indumentaria de los organizadores y el foro, así como la comodidad que se prestó en todo momento desde la compra del boleto hasta el último fuera del recinto.