Los20del23: 01: SOS de SZA

Lo personal es político, y a partir de eso, cada ámbito de nuestra vida se ve afectado por los cambios sociales que nos rodean: la manera en que usamos las redes sociales, las películas que nos gustan, los lugares a los que vamos a comer y, por supuesto, la manera en la que amamos (o dejamos de amar).

Durante los últimos años, la reconfiguración en los códigos morales de nuestra sociedad han generado una suerte de impase en la que hemos aprendido a señalar cánceres que durante décadas (incluso siglos) afectaron de una y otra nuestras interacciones en colectivo; sin embargo, la paradoja se creó en el momento en el que esos remedios generaron otros males.

Y así nació la cultura de la cancelación. La funada. La cacería de brujas y blasfemos. Desde entonces, así como se han señalado culpables inexpurgables, también se han sobreestimado comportamientos que simplemente responden a una de las condiciones más humanas posibles: el error.

¿Qué hay de honesto en el miedo a decir lo que sentimos?

Por eso SOS (2022) de SZA es un disco tan importante: porque es honesto. La muy esperada secuela de CTRL (2017) es un homenaje a la crudeza. ¿O cómo podemos llamar a una mujer que acepta explícitamente que quiere matar a su ex y a su nueva pareja por el daño que le causó?

Lo mejor es que ella sabe que esa idea es “cancelable”; sin embargo, entiende que es una sensación que no puede evitar, que está ahí y es parte del proceso de superar un amor intenso con un final fatal.

Porque reconocer ese rencor y esa violencia es el primer paso para erradicarlos de nuestro corazón. No hay solución si no entiendes que tienes un problema en primera instancia.

En SOS (2022), SZA de despoja de su ego y del personaje y se asume como una mujer resentida, con miedos, con frustraciones, con deseos de venganza y también con deseos de poner en entredicho su dignidad con tal de que su ser amado regrese tal y como ella quiere. Nada extraordinario, si lo vemos con frialdad: nada que no haya sentido cualquiera de nosotros en algún momento de su vida.

Y en eso radica su belleza: porque es real. SOS (2022) no es pomposo ni excesivo. Apenas se vale de la prodigiosa interpretación de Solana y de su pluma filosa para sostener más de 20 tracks de un R&B elegante y minimalista.

Aún así, fue capaz de entregar hits que dominaron listas y se volvieron virales, solo para recordarnos que SZA puede ser esa mujer que habla de sus dolores, sus ansiedades y sus traumas; y también la súper estrella mundial.

Y cobra más sentido si no omitimos que ella es una mujer afroamericana: un sector que históricamente ha sido relegado a la sexualización de parte de sus símiles masculinos dentro del rap, por lo que escucharla re-apropiarse de su propia narrativa también es una victoria social.

Todo lo anterior no es un argumento construido para defender lo indefendible o apapachar discursos de odio, sino para entender que entre el blanco y el negro, hay millones de colores… Y SZA los es todos.